Por Orlando Fondevila
La tiranía castrista, conforme a la naturaleza de toda
tiranía que se precie, se resiste a desaparecer. Su única razón de ser es
existir, permanecer, eternizarse. Para ello, nunca tendrá escrúpulos en emplear
cualquier medio a su alcance, desde los más violentos o despiadados hasta los
más sibilinos y tramposos. Lo mismo le da montarse en un tanque, enarbolar un
látigo, multiplicar calabozos y tumbas, que vestirse con una tramposa y
lustrada piel de cordero. Todo vale, y cualquier medio es intercambiable o
utilizable combinadamente. Depende de las circunstancias. Ahora mismo, el
fracaso es tan evidente, el desastre es de tal magnitud, que la achacosa elite
del poder castrista se muestra claramente muy nerviosa. Intentan exhibir una
falsa seguridad, un autocontrol y control absoluto de la situación que en
realidad no tienen. Pero insisten, maniobran todo cuanto pueden, utilizan su
indudable vasta experiencia represiva, tanto como el prolijo arsenal que
dominan de mentiras, farsas, trucos, enredos, seducciones y traiciones. A lo
largo de más de medio siglo (se dice pronto) se han hecho con una red compleja
de lealtades, chantajes y complicidades varias, todo lo cual ha contribuido
notablemente a su supervivencia.
Al día de hoy, mantienen el garrote enhiesto contra
quienes al interior osan enfrentársele, no importa si delicadamente pacíficos.
Ensayan triquiñuelas de cambios, sobre todo económicos que, además, tal y como
ha ocurrido en el pasado, son perfectamente desmontables. O no, siempre que no
cuestionen el poder, concebible sólo en términos absolutos, y seguramente
hereditarios. Pero todo esto no basta. No hay posibilidades de, no ya salir de
la profunda crisis generalizada, sino siquiera de detenerla. Venezuela se hunde
en su propio marasmo, de esencia castrista. China y Rusia puede que tengan en
Cuba algún interés geopolítico, sin embargo, moderado por otros interesas de
mayor relevancia, y ya no son posibles ni las regalías ni los apoyos de antaño.
¿Brasil? Brasil tiene intereses expansionistas y apetencias de Potencia, pero
para ganar, no para regalar; sus intereses son económicos, no ideológicos en
puridad –solo en retórica. ¿Qué les queda a los tiranuelos de La Habana? La
carta de oro: hacerse con las inversiones y el turismo de Estados Unidos (pese
a todo, el poderoso vecino de al lado, condición geográfica e histórica
inmodificable.
¿Cómo conseguir que el tan vilipendiado vecino se apreste
a, olvidando agravios de todo tipo y sus propios valores éticos, consentir en
ayudar al vecino procaz y delincuente que no renuncia a sus odiosas costumbres?
Tal vez, piensan los gerifaltes de La Habana, con gestos sin sustancia, con
falsas promesas. No, necesitan más. Necesitan cabildear fuerte. Necesitan
utilizar a políticos y mercaderes mediocres y sin principios. Y, sobre todo,
necesitan desmontar la verticalidad y el patriotismo del exilio. ¿Cómo hacerlo?
Varios son los caminos. Utilizar el chantaje emocional con el discurso de los
valores familiares. Discurso hipócrita de los mismos que precisamente han
destruido la familia, los mismos que por décadas impidieron toda comunicación
con los familiares en el exterior, y que hoy lo “autorizan” como medio de
captar divisas y de ablandamiento, toda vez que la autorización tiene varios
condicionantes. Ante todo, el de “portarse bien”, tanto en el exterior como
dentro de Cuba. Por otro lado, utilizar las facilidades que ofrece la actual
Administración para introducir cada vez más “agentes de influencia” en los
Estados Unidos. La Academia es uno de los sitios preferidos, más que todo por
aquello de que “en el mundo casi no quedan marxistas, la mayoría están en la
Academia norteamericana”. Además, la Academia da “lustre” y permite codearse
con políticos del espectro “siniestro” y con empresarios voraces que gustan
posar de “progresistas” (siempre un buen negocio). Por cierto, los voceros de
la tiranía siempre andan preguntando retóricamente y acusando a sus opositores
y críticos acerca de “quién les paga” (siempre el imperio). Sería interesante
que los López Callejas, alias López –Levy y sus cofrades de C.A.F.E nos
contaran quién paga su cabildeo en favor de la tiranía. La realidad es que
estas organizaciones y personajillos, así como algunos “compañeros de viaje”
que revolotean a su alrededor, tanto en la “diáspora” como a ello les gusta
llamar, como dentro de la Isla, sobre todo alrededor de la Iglesia liderada por
el inefable Cardenal Ortega y sus muchachones de “Espacio Laical”, se muestran
muy activos. Su propósito explícito y bien definido es el de levantar el
embargo y “normalizar” las relaciones entre Estados Unidos y la tiranía, y
entre la tiranía y la “diáspora”. Todo lo cual puede decirse de otro modo:
entre sociedades libres y esclavas, entre víctimas y victimarios, y “aquí paz y
en el cielo gloria”, como diría el Cardenal Ortega. El argumento principal para
semejante propuesta tiene dos partes: por un lado, “el embargo es inmoral,
ilegal, obsoleto y, además, ha sido ineficaz”. Por otra parte, afirman que “la
sociedad cubana está cambiando bajo el liderazgo pragmático de Raúl Castro, y
el embargo es el principal obstáculo para avanzar más aceleradamente”. López
callejas, alias López-Levy, Saladrigas and company insisten, tomándonos por
imbéciles, en que “el embargo solo sirve de excusa a los “ortodoxos” del
régimen”.
Bien, enderecemos la lógica de tan excelsos académicos y
analistas. Hablando de cosas inmorales, obsoletas, ilegales, ineficaces y
además criminales, ¿no les parece que estamos retratando exactamente a la
tiranía por la que tanto se desviven? A estas alturas no les parece que un
régimen de partido único, de control despótico de la economía, con un pueblo
hambreado, en el que se reprime ferozmente todo tipo de libertades, que ha
fusilado, fusila, encarcelado y encarcela a quienes se le oponen, en el que
mandan, fracaso tras fracaso, los mismos desde hace más de cincuenta años, no
les parece todo esto inmoral, ilegal, obsoleto y criminal. ¿Por qué no acabamos
de una vez con todo esto para que desaparezca entonces, no solo el embargo,
sino el sufrimiento, el luto y la desesperanza del pueblo cubano? En cuanto a
la excusa, ¿es que algo tan monstruoso como lo que ha ocurrido en Cuba desde
1959 y que continúa ocurriendo hoy mismo puede ser excusado de alguna manera? ¿Levantar
el embargo para que los Castro y los familiares de López Callejas, y los
Saladrigas y Fanjul se enriquezcan aún más a costa de la miseria y la esclavitud
del pueblo cubano? ¿Levantar el embargo para que la tiranía pueda eternizarse y
emplear más recursos en fomentar la subversión en América Latina y donde le sea
posible?
El exilio tiene que movilizarse, no podemos permitir que
cunda el desánimo. Hay que pelear. Hay que apoyar el mantenimiento del embargo,
hay que librar la batalla cultural, hay que ayudar por todos los medios a la
creciente y cada vez más concientizada oposición interna, hay que hacer llegar
el mensaje de lucha y de libertad cada vez más al pueblo cubano.
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