Por Orlando Fondevila
La izquierda americana, que por aquí llaman “liberales”, se está despojando de todas las máscaras y anda desatada en el tema cubano. La guinda ha venido a ponerla, quién si no, un editorial de The New York Times. Sí, el mismo New York Times que en su momento aupó a un oscuro Fidel Castro convirtiéndole en celebridad mundial. Desde aquel triste Herbert Matthews hasta hoy mismo, el New York Times, más o menos veladamente, no ha hecho otra cosa que defender al régimen castrista. Cuánto horror en cincuenta y seis años no ha merecido un Editorial condenatorio de este “influyente diario”. Y justamente ahora, se aparece con este tramposo y miserable alegato a favor de tender una tabla de salvación a la mugrienta y decadente tiranía.
Pero el New York Times no está solo en esta especie de cruzada del mal. No es más que el portavoz de una corriente de pensamiento y de una actitud de ciertos sectores políticos y empresariales norteamericanos y cubanoamericanos a quienes únicamente importan mezquinos intereses políticos a corto plazo y poderosos intereses económicos. Ni al New York Times ni a estos intereses les importa en absoluto el pueblo cubano, aunque retórica y demagógicamente digan obrar en su bien. Lo más grave es que importantes figuras políticas con posibilidades de poder, como la inefable Hillary Clinton o el desagradable camaleón Charlie Crist, por no hablar de algunos otros conocidos personajes y personajillos de la política y los negocios, sostengan estas posiciones que abandera el New York Times. Puro conciliábulo con la tiranía.
Los argumentos del Editorial de marras y de los políticos que están detrás, no solo son perversos y falsos en sí mismos, sino grotescamente ridículos. Los redactores del Editorial, en primer lugar, al parecer utilizan unos descomunales espejuelos de aumento para ver los “cambios” que lleva adelante el régimen. Por otra parte, participan de la falacia de que la miseria del pueblo cubano es el resultado del “insensato embargo” y no del estruendoso fracaso de las políticas económicas del régimen. El Editorial hace alarde de insolvencia moral cuando esgrime el supuesto .y más que dudoso- beneficio en popularidad que lograría el presidente. Y en el colmo de la infamia política y ética, aduce que tal medida de gracia hacia la tiranía constituiría un espléndido aval para que Estados Unidos mejore sus relaciones con América Latina. Así, el New York Times propone que Estados Unidos regale sin más un enorme triunfo político a la tiranía (y un poderoso espaldarazo económico) sino que también envíe un amable mensaje a quienes son sus acérrimos enemigos agrupados en el ALBA, a los mismos que se inspiran en el liberticida “ejemplo” castrista y que se alían con los enemigos de Estados Unidos en todo el mundo. La propuesta del New York Times no sólo es abiertamente hostil a los derechos de libertad y prosperidad de los cubanos, sino también insensatamente contraria a los valores e intereses de la gran nación que es Estados Unidos. Last but not least, el New York Times parece desconocer que Estados Unidos es un Estado de Derecho, con separación de poderes, un país de leyes. El embargo a la tiranía castrista es una Ley y Obama o cualquier otro Presidente, no tiene los poderes de un Sr. Feudal o amo de finca, como Fidel Castro o su Dictador Designado.
Los cubanos confiamos en los valores fundacionales de Estados Unidos. Confiamos en las fuerzas sanas mayoritarias de esta sociedad. Y confiamos, sobre todo, en la lucha inclaudicable de nuestro pueblo, en la Isla y en el exilio. La tiranía no será salvada.
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