Cargar con el lastre de una niñez sufrida te deja una huella para toda la vida ¿Pudiera yo ser un caso especial? No lo creo. Existen miles de cubanos que hoy pueden tomar a la tremenda hechos y vivencias que los marcaron.
No niego que como toda persona guardo gratos recuerdos de mi infancia y adolescencia, pero me aturden sobremanera los desaciertos que observaba en aquellos tiempos de fervor revolucionario. Cuando la esperanza arropaba a una parte de la población, la otra, yacía en campos de concentración o fusilados por oponerse al auge de un incipiente y feroz estado de cosas que el más «genial» de los dictadores se encargaría de armar,llevando a nuestra nación hacia el castro-comunismo.
Tristemente, para una parte considerable de nuestro pueblo tiene más importancia una paloma posada sobre el hombro de un hombre que una declaración premonitoria anunciando lo que nos aguardaba si le otorgaban la amnistía al futuro dictador arrestado por los sucesos del Moncada. Y salió del presidio, sin maleta, no le hacía falta, toda su obra la traía en el encéfalo.
Se entronizó en el poder y valiéndose de estratagemas muy suyas se adueñó de todos los medios de difusión masiva, implantó la censura en la intelectualidad, puso presidentes ficticios, se deshizo de muchos compañeros de lucha, dictó leyes, montó operaciones belicistas en todos los continentes…
Una política de adoctrinamiento desde la escuela primaria, unido a los eslóganes, las falsas promesas, las campañas propagandísticas, han sido un arma eficaz en estos 55 años de dictadura para formar a un ser apático que no le interesa su tierra natal, no tiene apego a la bandera, no conoce el concepto de civilismo ni el poder de la Constitución de la República. Se ha formado un hombre «nuevo» que solo encuentra la solución «allende los mares».
Para ilustrar la desidia de una parte considerable de estas nuevas generaciones que arriban a USA citaré un ejemplo de un cubano-americano que con su aval de turista me visitó recientemente y pude apreciar su falta de misericordia a la tierra que lo vio nacercuando me dijo: «estoy loco por perderme de esta Isla de p…»
Existen otros que te arguyen con odio y el rostro transformado: «Allá en USA hay un grupo que le dicen los "café con leche", cuando caiga el comunismo se van a morir de hambre».
Reconozco que en todo grupo social hay disímiles personalidades, pero cuán dañino es ese órgano que nos facilita el habla, pues resulta que ese ciudadano con dos misiones en Angola y una como mano de obra esclava en la República Democrática Alemana (RDA) no ha meditado que cuando él ayudaba a entronizar el comunismo en África o facilitaba que los miembros de la STACI alemana pudieran hacer de las suyas, aquí, en nuestra Patria, extinguían largas condenas hombres como Mario Chanes de Armas, Roberto Martín Pérez, Cari Roque y otras valientes mujeres, Ángel de Fana, Huber Matos, Ernesto Díaz Rodríguez. Han sido tantos, también otros que han muerto en huelgas de hambre o a bayonetazos propinados por sus carceleros.
En el entorno de mi barrio seguía las tristes historias de un valiente grupo de jóvenes campesinos que fueron capaces de visualizar el futuro de Cuba. ¡Treinta años de cárcel! Así recuerdo a Reunelio Mendosa, Heriberto y Enríquez Sánchez, Domingo García, Mongo Mesa, Nene Candelaria, Arsenio Acebedo, Ramiro Moreno, por citar algunos.
Han cambiado los métodos y aunque el concepto de lucha cívica noviolenta es nuestra arma hacia la conquista de la democracia en Cuba, gracias a hombres como estos que lo dieron todo para desviar el curso político de la Isla y no pudieron, la comunidad cubana en USA es ejemplo emprendedor. Ellos, abrieron el camino y sentaron las bases para que los que ayudaron a la dictadura a afianzar sus raíces, hoy en territorio libre y democrático de los EE.UU, puedan tener para sus hijos una taza de café con leche.
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