Por Mario Felix Lleonart, enviado a la Comisión de Justicia y Paz del Vaticano: pcjustpax@justpeace.va y publicado en el blog: www.cubanoconfesante.com
#5. ¿Por qué no ha rendido cuentas por
la ola represiva que tuvo lugar durante la visita del papa Benedicto XVI
durante la cual centenares de personas fueron detenidas arbitrariamente o amenazadas,
y de la cual aún permanecen en prisión y amenazados a severas penas Sonia Garro
y su esposo Ramón Alejandro Muñoz?
Cuando pienso que de la visita
de Benedicto XVI a Cuba han transcurrido ya más de dos años me lleno tanto de
asombro como de indignación. Pero que el tiempo ha pasado inexorablemente nadie
puede negarlo. Han sucedido tantas cosas. Tan solo en lo relacionado al ámbito
eclesiástico del Vaticano, además de la reciente histórica canonización de Juan
XXIII y de Juan Pablo II, tuvo lugar hasta un cambio de Papa, también histórico. Ante los ojos asombrados del mundo el Benedicto XVI que estuvo en Cuba dejó de
serlo para volver a ser simplemente Joseph Razinger, dedicado,
comprensiblemente, solo a la oración, ceniza y penitencia, dejando su lugar en
el papado a Mario Bergoglio, convertido en Francisco.
Tengo la fe que entre los rezos
y avemarías de Razinger ocupe intensos momentos un matrimonio negro que, como
secuela de su visita a Cuba, permanece confinado desde entonces en cárceles
cubanas, sin que siquiera haya mediado un juicio, justo ni injusto. Siendo como
fui victima también de aquella ola represiva, donde centenares de personas
incluidas en la lista negra del sistema, mi esposa y yo estuvimos detenidos
domiciliariamente en un edificio rodeado por fuerzas de la Seguridad del Estado
de la ciudad de Alamar donde vivía un colega pastor a quien visitábamos, me
parece increíble que esta otra pareja permanezca tras las rejas desde entonces. ¿Será entre otras razones por no tener blanca la piel como nosotros? La
realidad es que aunque el tiempo y el Papa hayan pasado, Sonia Garro y Ramón
Alejandro Muñoz siguen recluidos, y sus victimarios gozan de la mayor impunidad
del mundo; salvándose incluso de escándalos tan mayúsculos como del
descubrimiento en el canal de Panamá de una carga ilegal de armas escondidas
bajo azúcar en buque de bandera norcoreana; y dándose el lujo de celebrar,
presidiendo y todo, hasta una Cumbre Celac, donde otra ola represiva, también en
absoluta impunidad, volvió a tener lugar.
En septiembre de 2013, y
pareciéndonos ya entonces demasiado tiempo, mi esposa y yo viajamos desde Cuba
a Washington invitados por Solidaridad Cristiana Mundial (CSW), enarbolando
treinta preguntas de entre un cumulo de muchas otras que también habríamos
podido agregar, y en las que la represión durante la visita de Benedicto XVI a
Cuba y el confinamiento del matrimonio negro, ocuparon el quinto
cuestionamiento. Más de medio año ha pasado desde entonces y lamentablemente la
vigencia de nuestras treinta preguntas, incluyendo esta quinta, más que mantenerse
intacta, aumenta su valor, dado el añejamiento del tiempo. La única señal
emitida desde entonces por los carceleros fue un falso amago de juicio casi a
fines del 2013 luego de lo cual otros asuntos, sin lugar a dudas trascendentes
también, como el paradigmático caso de Alan Gross, objeto de nuestra pregunta
trece, ocupan casi toda la atención.
Pero afortunadamente Sonia y
Ramón Alejandro no se encuentran en el triste saco de los casos anónimos
(¿cuántos habrá?) con los que el régimen se ensaña y muestra sin mascaras su
verdadera naturaleza retorcida. Una campaña internacional crece en la misma
proporción de la impunidad de los victimarios y terminará por liberar al
matrimonio. No en balde en esta misma hora es probable que en el silencio
místico de su reservado cuarto hasta un expapa rece por ellos; a pesar del
silencio de un Vaticano cuyo trono tal vez por ello mismo abandonara, entre
otras sonadas razones.
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