Lincoln Díaz-Balart con el Primer Ministro Viktor Orbán en Budapest, junio, 2012
Por Lincoln Díaz-Balart
Durante un viaje en el
ejercicio de mi profesión de abogado internacional estuve la semana pasada en
Budapest y Praga, las capitales de Hungría y la República Checa.
En Budapest
tuve el honor y el placer de reunirme con el Primer Ministro húngaro Viktor
Orbán y su asesor de política exterior, Jeno Megyesy. El Primer Ministro Orbán,
además de ser un gran líder, es un amigo extraordinario de la causa de la
libertad de Cuba, como lo son también su asesor en asuntos internacionales
Megyesy, el Embajador de Hungría en Estados Unidos Gyorgy Szapáry y el Ministro
Consejero de la Embajada húngara, Andras Bacsi-Nagy.
Yo he hablado en varias
ocasiones del concepto de la nueva vecindad. En el pasado, los vecinos de un
país eran determinados solo por la geografía. Hoy, experiencias comunes,
aspiraciones, valores y la solidaridad determinan quienes son nuestros vecinos,
tanto o más que la geografía. Ningún ejemplo de esto puede ser más dramático
que cuando pensamos en Cuba, la República Checa y Hungría. Debido a la
similitud de experiencias y valores, a la solidaridad y a las aspiraciones de
esos pueblos, se puede decir que los pueblos de Cuba, Hungría y la República
Checa son vecinos.
Los tres pueblos sufrieron muchas décadas de opresión
comunista. Los tres aspiran a la libertad y la democracia.
Los tres pueblos genuinamente
entienden las realidades de los otros y desean lo mejor para el futuro de los
otros. En este nuevo mundo en que vivimos, Cuba, Hungría y la República Checa
son vecinos. Nunca he sentido más firmemente la realidad de ese concepto que
cuando he estado reunido con nuestros grandes amigos húngaros y checos.
Recuerdo
como Viktor Orbán “adoptó” públicamente en el 2007 al entonces preso político,
Dr. Oscar Elías Biscet, y los múltiples otros actos de solidaridad de Orbán con
la oposición cubana desde entonces, como su carta de apoyo a la nominación de
Guillermo Fariñas para el premio Sajarov del Parlamento Europeo en 2010. Espero
sinceramente que el Primer Ministro Orbán nos visite pronto en Miami para que
el exilio cubano pueda agradecerle personalmente su solidaridad con la causa de
Cuba libre.
En Praga la semana pasada fuimos recibidos por el amigo Martin
Palous, valiente signatario de la Carta 77 en 1977, ex-preso político de los
comunistas, y más tarde asesor muy cercano del legendario presidente checo
Vaclav Havel, Vice Ministro de Asuntos Exteriores y Embajador checo en Naciones
Unidas y en Estados Unidos. Palous es una figura verdaderamente histórica, que
siempre tendrá el agradecimiento de los cubanos por su excepcional solidaridad
con la causa de la libertad.
Hoy en día Martin Palous es profesor de la
“Florida International University” y continua siendo un muy especial amigo de
la libertad de Cuba. Palous me llevó al Ministerio de Relaciones Exteriores de
la República Checa, donde tuve un dialogo a fondo con varios funcionarios,
incluyendo el director de asuntos políticos Pavel Fischer y el director de
asuntos latinoamericanos Imrich Kliment. Y pude agradecerle una vez más a la
República Checa su solidaridad verdaderamente excepcional con la causa de la
libertad de Cuba a través de las últimas décadas.
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By Lincoln Diaz-Balart
Last week, during a trip
in my professional capacity as an international lawyer, I traveled to Budapest
and Prague, the capitals of Hungary and the Czech Republic.
In Budapest, I had the
honor and pleasure of meeting with the Hungarian Primer Minister Viktor Orbán
and his foreign affairs advisor, Jeno Megyesy. Prime Minister Orbán, in
addition to being a great leader, is an extraordinary friend of the cause of
free Cuba, as are his foreign affairs advisor Megyesy, the Hungarian Ambassador
to the United States, Gyorgy Szapáry, and the Embassy’s Deputy Chief of
Mission, Andras Bacsi-Nagy.
I have spoken on several
occasions of the concept of the new neighborhood. In the past, a country’s
neighbors were determined solely by geography. Today, common experiences,
aspirations, values, and solidarity determine who a country’s neighbors are, as
much as or more so than geography. No example of this can be more dramatic than
when we think of Cuba, Hungary and the Czech Republic. Due to the similarity of
experiences and values, solidarity, and the aspirations of those peoples, one
could say that the peoples of Cuba, Hungary, and the Czech Republic are
neighbors. The three peoples suffered many decades of communist oppression. The
three aspire to freedom and democracy. The three genuinely understand the
realities of the others and hope for the best for the others. In this new world
in which we live, Cuba, Hungary, and the Czech Republic are neighbors. I have
never felt the reality of that concept more strongly than when I have conversed
with our great Hungarian and Czech friends.
I recall when Viktor Orbán
publicly “adopted” the then political prisoner, Dr. Oscar Elias Biscet in 2007,
followed by many other acts of solidarity by Orbán with the Cuban opposition
since then, such as his letter in support of the nomination of Guillermo
Fariñas for the Sajarov Award of the European Parliament in 2010. I sincerely
hope that Prime Minister Orbán will visit us soon in Miami so that the Cuban
exile community can personally thank him for his solidarity with the cause of
free Cuba.
In Prague last week, we were
received by our friend Martin Palous, brave signatory of “Charter 77” in 1977,
former political prisoner of the communists, and later a close advisor to the
legendary Czech president Vaclav Havel, Deputy Minister of Foreign Affairs and
Czech Ambassador to the United Nations and the United States. Palous is a truly
historic figure, who will always have the gratitude of the Cuban people for his
exceptional solidarity with the cause of freedom. Today, Martin Palous is a
professor at Florida International University and continues to be a very
special friend of the freedom of Cuba. Palous took me to the Ministry of
Foreign Affairs in Prague, where I had a profound dialogue with various
officials, including the director of political affairs Pavel Fischer and the
director of Latin-American affairs Imrich Kliment. And I was able to thank the
Czech Republic once again for its truly exceptional solidarity with the cause
of free Cuba during the last decades.