por Mario Félix Lleonart Barroso
El pasado 29 de octubre el periodista español José María Ballester Esquivias publicό en el periódico ABC el obituario de Vladimir Bukovski quien había fallecido apenas dos días antes, el 27 de octubre, en Cambridge, Gran Bretaña. Ballester tuvo la gentileza de dar a conocer en sus redes sociales que dedicaba el obituario a “todos esos cubanos que han padecido y siguen padeciendo la crueldad del comunismo castrista, al que se enfrentan con extraordinaria valentía”.
Bukovski, junto a otros como Aleksandr Solzhenitsyn, estuvo entre los míticos disidentes soviéticos, sufrió doce años en cárceles psiquiátricas, pero sobrevivió y consiguió dar a conocer a Occidente los horrores del comunismo, y con algunos exponentes políticos de los Países Bálticos, tuvo hace unos diez años la claridad de proponer instituir lo que, por analogía con el significado del tribunal al que se alude con este nombre respecto del nazismo, podemos llamar “un Nuremberg del comunismo”. Está claro que la palabra Nuremberg es una metáfora, un término simbólico que no indica un tribunal internacional idéntico al de Nuremberg, pero que expresa una necesidad histórica e indica un resultado cultural y político que, en realidad, hoy sería más efectivo que un tribunal de justicia en sentido literal.
La repentina muerte de Bukovski nos deja mucho dolor y un gran vacío, pero es precisamente en su memoria que debemos realizar esta idea suya de la Nuremberg del comunismo, y nada mejor que esta oportunidad de los 30 años que se cumplen, el 9 de noviembre, de la Caída del Muro del Berlín para, más allá del aspecto jurídico-legal en sentido estricto, que por razones prácticas y formales no es en este caso lo primero, realizar una denuncia mundial de los crímenes de la ideología social-comunista y su intrínseco espíritu totalitario, y llevar a cabo una acción educativa para subrayar su esencia iliberal y evitar su proliferación en las generaciones futuras.
Tal llamamiento se dará a conocer este 7 de noviembre en Roma, refrendado por centenares de organizaciones y personalidades, entre las cuales el Instituto Patmos es firmante, para que el Comunismo sea condenado como lo fue el nazifascismo en Nuremberg. Dos días después, el 9, día exacto del aniversario del Derrumbe del Muro, se celebrarán conferencias en Madrid, España, y en Trieste, Italia, y también el 11, en Bucarest, la Fundación Eugenio Coposu dará a conocer este importante llamamiento que hemos firmado.
Otros muchos eventos alrededor del mundo servirán también para amplificar este documento, tres de ellos en los cuales el Instituto Patmos estará representado serán, el viernes 8 de noviembre al mediodía en una protesta, no por coincidencia en ese preciso día, frente a la Embajada de Cuba en Washington DC, reclamando la libertad de todos los presos políticos, y en especial exigiendo fe de vida de cuatro activistas de la Unpacu detenidos desde el 1 de octubre, entre los cuales se encuentra su líder José Daniel Ferrer. Esa misma noche del 8 de noviembre participaremos en una Ceremonia auspiciada por la organización “Víctimas del Comunismo” también en Washington DC donde se llevará a cabo la entrega de la Medalla de la Libertad Truman-Reagan al pastor luterano Joachim Gauck, quien dirigió oraciones semanales por la paz que ayudaron a iniciar la resistencia popular al régimen comunista y finalmente dieron lugar a las manifestaciones de protesta en 1989. Y entre el 21 y 23 de noviembre seremos parte en Boston de la Conferencia “Hacia una sociedad libre y virtuosa: la caída del muro de Berlín y el marxismo en la era moderna” invitados por Acton Institute.
La iniciativa del llamamiento ideado por Bukovski trascenderá su partida física, y se articula, por lo pronto, en dos fases, la primera de las cuales ya tuvo lugar, liderada por él mismo, ¡su última actividad en vida!, y que consistió en reunir alrededor de doscientas firmas relevantes en todo el mundo en apoyo a su justo llamado; y la segunda fase, la de hacerlo público, este 7 de noviembre, para obtener el mayor número posible de adhesiones. Colaboradores directos de Bukovski preparan un sitio dedicado a través del cual el llamamiento será hecho público.
Si realmente pretendemos que en el mundo impere la justicia no queda de otra, el comunismo es tan culpable como el nazifascismo en la misma medida millonaria de cada una de sus víctimas, y como culpable, es imprescindible sentarlo, de una vez por todas en su propio “Nuremberg”.
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