Tuesday, June 24, 2014

Detención y secuestro de nuestros bienes personales

Por Yoaxis Marcheco Suárez

El pasado sábado  21 de junio parecía prometer que sería un día tranquilo y agradable. Desde bien temprano, mi esposo  el pastor bautista Mario Félix Lleonart y yo, salimos de nuestra casa para realizar un recorrido entre Sagua la Grande y el municipio de Placetas, con el propósito de visitar a amigos y hermanos en la fe de Cristo a quienes nos unen estrechos vínculos espirituales y de amistad. Todo marchaba bien, sin contratiempos pudimos recorrer las millas que distan entre una ciudad y otra, pero los tropiezos comenzaron cuando ya nos disponíamos a finalizar la pequeña gira. La vía que decidimos usar  para regresar a Taguayabón desde Placetas, fue la vieja y muy deteriorada carretera que une a esta ciudad directamente con Camajuaní,  allí nos detuvimos por alrededor de media hora para que mi esposo llegara hasta la sala Nauta de Etecsa a revisar su correo electrónico y cuando ya nos disponíamos a seguir, un agente uniformado de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de este municipio se acercó al vehículo que nos conducía, emitiéndonos la orden de que debíamos dirigirnos hacia la Unidad Municipal de la PNR, sin más detalles, ni explicaciones. ¿Hemos incurrido en alguna falta? -pregunté al policía. Solo acompáñenos, fue su lacónica respuesta.

Cuando llegamos a la sede de la Unidad de la PNR, se nos ordenó bajar del auto, tomaron nuestras pertenencias y nos introdujeron en una pequeña oficina en la cual, solo por un breve instante, vimos a un agente de la Seguridad del Estado vestido de civil quien tomó en sus manos las laptops, celulares y memoria flash que la PNR nos quitó y se los llevó para otro local ubicado en el segundo piso de la Unidad. Durante dos largas horas mi esposo y yo permanecimos sentados en espera de lo que sucedería, al final de las cuales el jefe de la PNR de Camajuaní apareció para devolvernos nuestros celulares y comunicarnos que nuestras computadoras y una memoria de 32 GB serían ocupadas por la PNR y que el motivo de la ocupación era por un hecho delictivo (robo de computadoras casualmente de la misma marca y características similares a las de las nuestras y memoria) ocurrido días atrás en Villa Clara y que se estaba investigando por parte de la PNR.

En varias ocasiones preguntamos cuáles eran nuestros derechos ciudadanos ante tamaña acusación, porque de la nada nos habíamos convertido en sospechosos de un delito, que ellos mismos saben no hemos cometido, y saben  además sobradamente que nuestros equipos fueron traídos por nosotros de los Estados Unidos y pasados por la Aduana General de la República de Cuba como nuestras laptops personales. La respuesta en boca del jefe de la PNR de Camajuaní fue redundante y para nada explícita, una respuesta que ni a él mismo podía complacerle: sus derechos consisten en que yo les explique por qué y para qué serán ocupadas sus pertenencias. Yo solo cumplo órdenes y sus computadoras y memoria serán enviadas al Departamento de Investigación del Ministerio del Interior de Santa Clara para ser valoradas y analizadas. Mi esposo le preguntó cómo podían investigar la memoria y por qué sabían que esta coincidía con la supuestamente robada, asunto este ridículo del todo. El jefe de la PNR no nos contestó, hubiera sido incluso un insulto a su propia inteligencia cualquier respuesta al respecto. Yo solo le digo que lo que se les ha ocupado será investigado por órdenes superiores y esto ya sale de mi competencia.  Se nos entregó la copia de un Acta de Ocupación Oficial y se nos explicó que podíamos reclamar lo que nos pertenece en un término de cinco días hábiles.

Detrás de todo este asunto está la mano ponzoñosa de la Policía Política. ¿Cuáles son los objetivos? Puede ser uno o pueden ser varios. Acceder a nuestra información privada siempre va a ser un objetivo priorizado. Involucrar a la PNR para de algún modo crear una atmósfera de sospecha sobre nosotros e impedirnos salir al exterior, también puede ser una variante. De una tiranía déspota e inmoral no puede esperarse nada bueno. Aunque no recibimos maltratos físicos, ni verbales por parte de la PNR de Camajuaní que esta vez sirvió como rostro del cuerpo represivo y censor que está por encima de todo en mi país, el hecho de nuestra arbitraria detención y de tener que dejar en sus manos lo que bien nos pertenece, ya es un maltrato con letras en mayúsculas. Humillarnos no pueden, nuestra dignidad es más grande que sus malas intenciones.

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