Por Lincoln Diaz-Balart
Tomemos
conciencia del momento que estamos viviendo.
Los Castro
se han robado las elecciones en Venezuela. Un títere, desde hace muchos años
escogido por Fidel Castro para el momento de la sucesión de Hugo Chávez,
Maduro, ha sido impuesto en el poder a pesar de su clara derrota a manos del
líder de la oposición venezolana, Henrique Capriles.
Como dije
públicamente el 5 de marzo, el día que anunciaron la muerte de Chávez, el robo
de las elecciones ya había sido consumado; ya habían impuesto a Maduro como presidente
interino a pesar del requisito constitucional chavista de que el presidente de
la asamblea legislativa, Diosdado Cabello, asumiera provisionalmente la
presidencia y convocara las nuevas elecciones. Durante la última fase del largo proceso de la
enfermedad de Chávez, el presidente de la asamblea legislativa venezolana
estuvo en La Habana para reunirse con Fidel Castro. Cabello le rogó a Castro
que se cumpliera el formalismo constitucional chavista. Cabello le aseguró a los
Castro que ellos tendrían su absoluta lealtad, y que, por lo tanto, se debería
seguir el formalismo constitucional para, así, no crear posibles obstáculos
para el régimen venezolano por parte del gobierno del Presidente Barack Obama y
el resto de la comunidad internacional.
Pero, desafortunadamente
para Cabello, Fidel Castro conoce bien las características fundamentales de los
Presidentes de Estados Unidos, a quienes tiene que temer y a quiénes no. Castro
sabía perfectamente que la imposición de Maduro, a través no solo de la
violación del requisito constitucional de la presidencia interina de Cabello,
sino del robo de las elecciones presidenciales el día en que el pueblo acudiera
a las urnas, sería aceptado por el Presidente Barack Obama, y, por lo tanto por
el mundo, sin mayores dificultades para los Castro. Fidel Castro rechazó la
petición de Diosdado Cabello y decidió mantener, sin desvío ni paréntesis, su
decisión de imponer a Maduro como Presidente de Venezuela.
Fidel
Castro y su hermano el tirano en funciones han logrado retener la petrochequera
venezolana a través de la imposición de su títere Maduro. No solo reciben miles
de millones de dólares anuales en recursos pertenecientes al pueblo del rico
país suramericano, sino que deciden quienes son los otros receptores del dinero
venezolano, incluyendo los constantes maletazos llenos de efectivo como el que
se incautó por las autoridades rumbo a la presidenta de Argentina.
Mientras
el pueblo cubano sufre las consecuencias de 54 años de destrucción económica
total y es víctima cada día del terrorismo de estado a manos de la policía
política de la tiranía (la única institución que funciona con eficacia en la
Cuba de Castro), Fidel Castro y su hermano el tirano en funciones disfrutan del
control de los vastos recursos económicos del pueblo venezolano. Como no existe
contrapeso internacional alguno a sus diseños en la era de Barack Obama, los
hermanos Castro nunca han disfrutado de una influencia internacional como la que
tienen hoy.
La luna de miel de
los octogenarios hermanos Castro, sin embargo, no les durará mucho.
Primero, porque el pueblo venezolano
es, como reitera su bello himno nacional, bravo. La oposición al control castrista
sobre Venezuela no claudica, y tiene un líder inteligente y capaz en Capriles.
Segundo,
porque el pueblo cubano no ha dejado de luchar por su libertad, ni un solo día,
durante las largas décadas de su calvario a manos de la Anti Cuba castrista. Cada día hay un mayor número de héroes dentro
de Cuba luchando por la liberad, con una valentía personal admirable y con
inteligencia e imaginación. También habrá, cada día, mayor coordinación de la
oposición interna con el exilio, que desempeñará una función clave en la nueva
etapa de la lucha por la instauración de un Estado de Derecho en Cuba.
Y tercero,
porque Estados Unidos – neutralizado hoy en día por su dirigencia, también cambiará,
y será nuevamente una críticamente importante fuente de solidaridad con los
luchadores por la libertad.
Los Castro
nunca han tenido mayor influencia internacional, pero estamos ante el
crepúsculo de su barbarie. La libertad de Cuba llegará mucho antes de lo que muchos
creen. El tirano Fidel Castro y su hermano, el
tan-mediocre-como-asesino-tirano-en-funciones, pronto estarán sepultados en el
basurero de la historia, y su memoria será repudiada para siempre por los
cubanos.