Por Mario Félix Lleonart Barroso
En Cuba decimos: ¨Quien siembra vientos cosecha
tempestades¨. Cuando se asiste en 2015 a raros eventos que tienen lugar en el
enrevesado panorama geopolítico uno no tiene menos que llegar a la conclusión
de que a una siembra de vientos, y ya se empiezan a formar las tempestades. Si uno se encuentra familiarizado con la
lectura o estudio de los textos bíblicos,
enseguida asocia con las realidades actuales ayes como el de Isaías
5.20: «¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la
luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo
dulce por amargo!» o pasajes escatológicos como el de 1 Tesalonicenses 5.3: "cuando
digan: Paz y seguridad, entonces vendrá
destrucción repentina".
No son otra cosa que siembra de vientos hechos como el que una
organización, otrora defensora de la democracia continental, como la OEA,
invite a su seno a estados totalitarios, como el de Cuba, y soporte sin
condenar, en una de sus cumbres la realización de pogromos orquestados con
total impunidad por esa delegación oficial. Que un Papa precisamente en su
visita a ese mismo Estado Totalitario evada el encuentro con activistas
pro-democracia pero procure visitar, legitimar y bendecir a los responsables
del desastre. Que esa nación, y bajo el mismo régimen que antaño fomentara el
apoyo a organizaciones narcoterroristas, como las Farc, funja como “mediadora”
de un supuesto Acuerdo de Paz, solo para propiciar, a las claras, la
legalización de la narcoguerrilla como partido político para que esta luego
ocupe, por esa otra vía, el control de Colombia y así extender el caos ya
iniciado en naciones vecinas, como Venezuela. Por no hablar del peligroso
acuerdo nuclear que pese a las serias advertencias de expertos, USA ha firmado
con Irán, el mismo país que otrora prometiera junto a Cuba que pondría de rodillas a los yanquis. Pero tal
vez lo más alarmante de todo esto sea la exhibición en la propia sede de las
Naciones Unidas de representantes de totalitarismos que se abrazan y son
tratados como coiguales por líderes democráticos.
La Cumbre de Naciones Unidas sobre la Agenda de Desarrollo
Posterior a 2015 ha sido un perfecto ejemplo de que sin dudas nos encontramos
en un mundo patas arriba. En ella Raúl Castro, un General con las manos
manchadas de sangre, quien ni siquiera evadía exhibirse junto a sus ahorcados
en la Sierra Maestra, aunque nunca ha dejado de matar, ahora de cuello y
corbata posaba en nuevas fotos con dignatarios que ignorando realidades
históricas se lo permitían o quizás hasta se lo pedían, como si se tratase de un
juego. Pero lo peor es que no constituye un caso aislado. Asistimos a toda una
galería de celebridades del crimen ahora santificados en la ONU. Se entiende
que elementos como Castro, Lukashenko y Putin se sintiesen a sus anchas. El
mundo habría sido diferente si sus lugares hubiesen sido ocupados por algunos
de sus adversarios políticos si ellos mismos no los hubiesen eliminado. Esta muy
bien hubiese sido la cumbre de Payá, Zakharenko,
y Nemtsov. Pero evidentemente nos encontramos ante una nueva escalada del mal,
cual si el péndulo retornase al mismo punto de conflagración mundial en el que
se encontró cien años atrás, solo que con un peligroso arsenal de poderosas
armas nucleares a disposición.
No en balde lo más relevante e histórico de esta Cumbre ha
sido el fracaso de la pretendida paz mundial cuando el líder palestino Mahmud
Abbas aprovechó su discurso para echar por tierra los Acuerdos de Paz de Oslo
que rigieron las relaciones de Palestina con Israel desde 1993, sin respetar
siquiera que ese fuese justo el día en que lograba izar por vez primera su
bandera palestina en el edificio de la ONU, y lo hizo mediante vitoreadas
declaraciones calificadas con toda razón por el Primer Ministro israelí Benjamín
Netanyahu como deshonestas, provocadoras e incitadoras a la destrucción en
Oriente Medio, tempestades que se nos aproximan. Por otro lado quedaron todavía
más claras las pretensiones expansionistas de Putin cuyas palabras estuvieron
dirigidas a preparar el camino de su invasión a territorios sirios para atacar,
más allá del terrorista Estado Islámico (su excusa) a rebeldes sirios (su
verdadero blanco) opuestos a Bashar al Assad, su nuevo aliado, con el objetivo
de garantizar así otra boca de horno al sur de Europa una vez afianzado su
poder por el oeste con su apoderamiento de territorios ucranianos. Y esto es
solo el comienzo: ¡Es que solo se puede cosechar lo que se siembra!