Por: Leonardo Rodríguez Alonso
El otorgamiento del título de Doctor Honoris Causa el pasado 21 de marzo en la Universidad Central «Marta Abreu» de Las Villas al ingeniero Adolfo Rodríguez Nodals, jefe del Grupo Nacional de Agricultura Urbana, constituye un ejemplo del daño que se hace a los pueblos cuando no existe libertad para desenmascarar los mitos que se tejen alrededor de hechos y personajes.
Y como Cuba se ha consolidado como una cofradía de servidores ineptos, que en la práctica no demuestran lo contrario, de nada vale el tan cacareado desarrollo científico alcanzado si adquirir alimentos que te nutran medianamente durante unos días se hace inalcanzable para un ciudadano común —sin mencionar de lo que guste o no al paladar, pues eso pasa a un segundo plano.
No tengo duda de que el otorgamiento del Honoris Causa a Rodríguez Nodals será historia, historia similar a la de Trofin Lysenko, que bajo la tutela de Iósif Stalin destruyó la agricultura en la URSS y durante su reinado mandó al gulag a cuantos se opusieron a sus erradas hipótesis sobre el desarrollo de las especies.
En realidad no seré yo quien le dé el beneficio en esta comparación con el padre del lisenkoismo, pues solo somos 11 millones de habitantes; pero si le añadimos que demagogos así dan conferencias y cursos en países latinoamericanos y de otras latitudes, mientras una simple papa (tubérculo muy común en América) se ha convertido en una quimera en nuestra Patria, entonces, TrofinLysenko no ha muerto.
Las fotos muestran el organopónico «Independencia», lo que evidencia el «desarrollo» de la agricultura urbana en Camajuaní.