Estimados amigos:
Es para mí un placer y un honor estar aquí con ustedes en la inauguración de este Instituto de Pensamiento La Rosa Blanca. Ahora no puedo más que recordar al artífice de todo esto, el señor Rafael Díaz Balart, quien dedicó toda su vida y obra a la nación cubana. Rafael siempre hizo mucho hincapié en lo que, según él, era uno de los principales problemas de Cuba, las relaciones raciales. Por eso es para mí - repito- un grandísimo honor que Lincoln Díaz Balart me haya invitado a conversar de forma breve de un tema tan importante, que sin embargo, a lo largo de la historia ha estado rodeado de un halo de tabú.
Cuba, por definición, es un país mestizo donde conviven dos razas desde hace más de cuatro siglos. Aunque, originalmente, una raza representaba al poder colonial y la otra a los esclavos arrancados de África, con el transcurso del tiempo, estas razas tan diferentes conformaron al cubano actual, integrado en una sociedad multirracial, con cultura, idioma y costumbres propias.
En 1868 cuando Carlos Manuel de Céspedes comenzó la Guerra de Liberación, la población de la isla alcanzaba aproximadamente un millón y medio de habitantes - 70 por ciento blancos y el 30 por ciento negros. Y es significativo el dato de que, al final de la contienda, el 70 por ciento de los soldados del ejército mambí eran negros, así como el 40 por ciento de los generales.
Antonio Maceo, Guillermón, Moncada, Quintín Banderas, Manuel Delgado, por sólo citar algunos, representan el espíritu que caracterizó la lucha por la liberación. El mayor aporte en vidas y esfuerzo lo realizaron los cubanos negros, en ese anhelo de alcanzar el último aspecto que faltaba para consolidar la nación cubana: la independencia de la patria.
Tras la firma del tratado de París, donde España reconoce la derrota en su contienda contra Estados Unidos, los norteamericanos intervienen en Cuba y con ello, la situación de la población negra empeora. Los siguientes gobiernos de Estrada palma y José Miguel Gómez no hacen nada por solucionarlo.
Durante los primeros gobiernos de la República los negros perdieron lo que habían conquistado en el campo de batalla luchando contra la metrópolis española. Los anexionistas se dedicaron a levantar el miedo a la revolución negra en la isla para negar los derechos a los cubanos afrodescendientes. El descontento de los negros fue la causa de la creación del Partido Independiente del Color por Evaristo Estenoz con el fin de participar en las elecciones de 1908. Este partido fue el embrión del levantamiento negro en Cuba que entró en la historia como la Guerra del Color de 1912, rebelión que fue sofocada sangrientamente en algo más de dos meses con el terrible saldo de 3000 compatriotas muertos.
Aunque en la República la situación del negro mejoró, no podemos afirmar que se igualó a su compatriota blanco. Ya en la Constitución de 1940 se proclama la igualdad racial. En esta época los negros se protegen organizando sociedades de socorro y beneficencia como la Unión Fraternal, el club social Buena Vista, La tropical. Estas organizaciones les permitieron a muchos acceder a la educación y a puestos de trabajo vedados hasta entonces a los de su raza.
El Partido Socialista, legal en esa época, influyó en la mejora de las condiciones de los obreros y en particular de los negros. Muchos dirigentes sindicales negros militaron en sus filas y desde allí representaron a la clase obrera cubana. Por mencionar algunos nombres Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias, Blas Roca y Lázaro Peña comenzaron su andadura política dentro del Partido Socialista de Cuba.
En la Cuba actual el problema negro no se ha resuelto ni mucho menos. A pesar de que el discurso oficial afirma que en la isla, después del triunfo de la Revolución, se eliminó el racismo, la verdad es que los negros ocupan el último nivel de la escala social. El propio Fidel Castro, a raíz del III congreso del Partido Comunista, reconoce que existen muchos indicios de discriminación en la sociedad y propone una especie de discriminación positiva para que los negros accedan a parcelas de poder solamente reservadas para sus revolucionarios compatriotas blancos. Esta discriminación positiva apenas repercutió en la sociedad. Los criterios del color siguieron predominando a la hora de seleccionar cuadros dirigentes, gerentes de firmas, embajadores, miembros del comité central. En este mismo período la población penal cubana es en su gran mayoría negra, los índices de fracaso escolar inciden más en los alumnos negros, las familias negras son las más desestructuradas, los habitantes de los barrios marginales siguen siendo mayoritariamente negros y así un largo etc. de ejemplos.
Los cubanos, con la Revolución, se han convertido en ciudadanos de segunda, sin derechos ni libertades, y el problema negro continua intacto, con el agravante de que no existen canales para reparar esta injusticia. Incluso, se da la paradoja de que los negros son llamados constantemente a agradecer la obra de la Revolución bajo el argumento de que por primera vez en al historia son verdaderamente libres y son amenazados con el fantasma del miedo a que regresen los cubanos de Miami con su racismo burgués.
No obstante a esto, muchos de los grupos disidentes cubanos son encabezados por líderes negros. El doctor Oscar Elías Bisset, Vladimiro Roca, Guillermo Fariñas, Manuel Cuesta Morúa, Berta Soler, Jorge Luis García Pérez, Antúnez, entre otros, representan a los líderes opositores negros que heroicamente se enfrentan a la dictadura castrista en favor de los derechos humanos y la democracia.
El rap cubano, negro y contestatario, es una de las pocas manifestaciones culturales que dentro de Cuba ha logrado señalar abiertamente a la dictadura como la causa de las desgracias de la isla. Grupos como Los Aldeanos y Eskuadrón Patriota prestan sus gargantas para ponerle ritmo al malestar colectivo de la juventud cubana.
Es bueno señalar, y en esto deberíamos enfatizar en este Instituto que ahora creamos, que no habrá igualdad de oportunidades, ni derechos, ni libertades para nadie en Cuba hasta que no se establezca en la isla un gobierno democrático, que se someta al Estado de Derecho. Por tanto, la labor fundamental de todos los comprometidos con el futuro de la isla, será aunar esfuerzos y voluntades para luchar por derrocar a la dictadura y así establecer un marco donde todas las diferencias sociales se puedan solventar democráticamente, un marco donde las palabras del maestro, José Martí, recobren toda su plenitud e importancia: “…Dígase hombre y se habrán dicho todos sus derechos…”
Muchas gracias