Por Rafael J. Diaz-Balart
Uno de los temas más sensibles para cualquier sociedad es
el de la Salud Pública. Debido a ello, los totalitarios de todo signo lo han
manipulado obscenamente. La tiranía castrista, manipuladora y mentirosa como
sistema, ha rebasado en este asunto todos los límites. Ha falseado
desvergonzadamente la situación de la salubridad en la etapa republicana y ha
montado una fábula acerca de los “logros” de la Salud Pública a partir de 1959.
Al respecto, citemos el análisis que aparece en el Programa de La Rosa Blanca:
“Castro propagandiza que Cuba ocupa hoy el mejor lugar en
Latinoamérica en cuanto al índice de mortalidad infantil, lo cual es cierto.
Como también es cierto que el mismo lugar ocupaba en 1957, año en el que se
situaba, además, en el decimotercer lugar en el mundo, por encima de Francia,
Bélgica, Alemania Occidental, Israel, Japón, Italia, España y Portugal; hoy
ocupa el lugar vigésimo cuarto. Y hay más. Si leemos correctamente las
estadísticas, observaremos que hoy Cuba se halla en uno de los primeros lugares
en el mundo en abortos, lo cual necesariamente incide en los datos de
mortalidad infantil. En 1957, Cuba ocupaba el tercer lugar en América Latina en
médicos y dentistas por habitante, por encima de países como el Reino Unido y
Finlandia”.
Al margen de las estadísticas, que en el caso del régimen
castrista nunca son creíbles, el hecho cierto es que un buen sistema de Salud
Pública depende de muchos factores, uno de los cuales, el más importante, es
una economía sólida que lo sustente. Un país con una economía débil, y más
allá, totalmente destruida como es el caso cubano bajo los Castro, no podrá
tener un buen Sistema de Salud Pública. En Cuba, durante algunos años, se pudo
evitar la catástrofe sanitaria que hoy es evidente, debido a circunstancias
políticas artificiales: el monumental subsidio soviético, cuyo monto superó por
mucho la ayuda del Plan Marshall para toda Europa. Hoy, desaparecido el subsidio
soviético, aun con la tubería de ayuda venezolana, la sanidad pública cubana
constituye un verdadero horror. El presupuesto estatal (el Estado controla
totalmente este sector como casi todo) ha caído estrepitosamente según datos
del propio régimen. Decenas de miles de profesionales de la salud han sido
enviados a laborar, en calidad de semi-esclavos, a múltiples países, agudizando
así la escasez de personal calificado para la atención de la población cubana;
a lo que debe añadirse el estado dantesco de las instalaciones hospitalarias y
la crisis en el ya-de-por-si penoso abasto de medicamentos esenciales.
La Rosa Blanca entiende que únicamente emprendiendo la
reconstrucción total de la sociedad será posible edificar un Sistema de Salud
Pública eficaz que pueda servir dignamente al pueblo. La Rosa Blanca propondrá
a los legisladores de la Cuba libre que se acerca que se aprenda de todos los
aciertos (y errores) en este fundamental tema en todo el mundo desarrollado. El
programa de La Rosa Blanca propone que “El acceso al cuidado de salud y a la
asistencia hospitalaria se debe garantizar, sin exclusión de la participación
privada, como un derecho de la ciudadanía. Se estimulará el rescate de la
experiencia cubana de las clínicas mutualistas que tan óptimamente funcionaron
en la Primera República”. También se le dará prioridad a los estudios médicos
que contribuyan a avances en la medicina y la tecnología punta médica.
Cuba, una vez alcanzada la democracia y establecido el
Estado de Derecho, escalará nuevamente posiciones de privilegio a nivel mundial
en su Sistema de Salud Pública. Sin trampas estadísticas y sin propaganda.
No comments:
Post a Comment