El Programa de La Rosa Blanca para la edificación de la
Cuba que se acerca, se caracteriza por lo que Rafael Díaz-Balart llamaba
ideas-fuerza. Se trata de los principios fundamentales que iluminan la Cuba que
queremos, aquella que José Martí conceptuara como la República “con todos y
para el bien de todos”. Una de esas ideas-fuerza es la de “la defensa de la
soberanía y la soberanía de la defensa”. No es un trabalenguas, es un concepto
que expresa lo más alto del patriotismo y que, al mismo tiempo, es una
respuesta consecuente y sensata ante las complejas y peligrosas realidades del
mundo en que vivimos y la geografía en que habitamos. Sin duda, uno de los
temas que deberá ser discutido a fondo durante la transición democrática y en
el proceso de la creación de la nueva Constitución, será el de la defensa de la
nación.
Nosotros creemos que Cuba, como nación soberana, debe
estar preparada para defender esa soberanía, e igualmente tiene que lograr que esa
defensa dependa de sí misma. Como señaló Rafael, “Nosotros tenemos que ser
respetuosos y cordiales con todos, pero, por ejemplo, el terrorismo y el
narcotráfico siempre nos acecharán, y deberán saber que si trataran de agredir
a Cuba libre, los destruiremos. Por eso propugnamos unas fuerzas armadas no
hipertróficas ni proclives a aventuras internacionalistas, pero sí
profesionales, vigorosas, democráticas, eficaces y móviles”.
Por supuesto que estas ideas se encuentran justamente en
las antípodas de lo que ha sido la práctica de la tiranía por más de medio
siglo. El “loco endemoniado”, en los primeros momentos de su arribo al poder,
empleó un discurso tramposo - como todo en él – para camelar a la opinión
pública: “convertir los cuarteles en escuelas”. Muy pronto convertiría todo el
país en un cuartel. Militarizaría a toda la sociedad a través del servicio militar
obligatorio y con la creación de fuerzas paramilitares (las milicias), que tendrían
en realidad un carácter semi-obligatorio. Todo ello en virtud de la grotesca
combinación de un ego enfermizo por un lado, y una miserable sumisión y entrega
a una potencia extranjera. De esta manera, las fuerzas armadas de la tiranía
tendrían como objetivo, y así ocurrió, el de participar en trágicas y
sangrientas contiendas bélicas extranjeras, cumpliendo con una doble finalidad:
satisfacer las demenciales ínfulas de grandeza del tirano y, al mismo tiempo,
cumplir con las órdenes del verdadero amo de la soberanía nacional, de quien
realmente mandaba porque era quien costeaba el error y el horror: la Unión
Soviética. Aledañamente, las sobredimensionadas fuerzas armadas del Castrismo
(incluidas las milicias), bajo las órdenes exclusivas del tirano y sin control
democrático alguno, actuaron y actúan como un mecanismo de amedrentamiento de la
población.
El Programa de La Rosa Blanca es definitorio: “La Cuba
libre deberá poseer unas fuerzas armadas profesionales y operativas,
tecnológicamente avanzadas, respetuosas del sistema democrático y garantes de
la integridad de nuestro territorio, sobre todo preparadas para enfrentar los
posibles peligros del terrorismo y del narcotráfico internacional. La base de
nuestras fuerzas armadas ha de descansar en su superioridad tecnológica, base a
su vez de la industrialización de tecnología punta que propugnamos (incentivos
fiscales y de toda índole posible para la instalación y desarrollo de
industrias de este tipo y fomento y respaldo especial a la investigación y
desarrollo tecnológicos).” Y finalmente, aclara que “somos contrarios al servicio
militar obligatorio, ya que creemos que la educación de nuestras jóvenes
generaciones ha de ser tarea de la familia y de la escuela, no de los
cuarteles”.
No es la tarea de las fuerzas armadas de defender la nacion de el terrorismo o el narcotrafico sino de las fuerzas policiacas. Cuba, antes de los comunistas, ni ahora, has tenido un enemigo externo. Hay que tener un FBI y buen sistema policiaco. Costa Rica no tiene ejercito, y les va muy bien.
ReplyDeleteNosotros creemos que uno de los grandes peligros para la estabilidad, la prosperidad y la supervivencia de la república que se acerca, son las ideas, generalmente bien intencionadas, de castrar a la nación, suprimiendo unas fuerzas armadas democráticas, vigorosas, tecnológicamente avanzadas y eficaces.
DeleteCuba ha sido siempre deseada, apetecida, por todo tipo de intereses. Hoy en día, por ejemplo, hay poderosos intereses económicos de varias naciones colaborando con la tiranía para que el pueblo cubano continúe negado de todo tipo de derechos laborales aun después de la desaparición de los Castro. A esos peligros hay que añadir las fuerzas del narco-tráfico y del terrorismo internacional, que cuentan con recursos económicos ilimitados y pueden comprar inclusive armas sofisticadas de destrucción masiva. En este mundo con peligrosas fuerzas poseyendo recursos ilimitados, sería muy fuerte el peligro de que una Cuba democrática pero desarmada se convirtiese en un “estado fallido”.
La defensa de nuestra soberanía será el escudo para proteger el progreso, la estabilidad y el bienestar que Cuba puede lograr y ello requiere igualmente asegurar la soberanía de nuestra defensa en manos cubanas, y nunca, nunca, confiando en organizaciones corrompidas como la OEA y la ONU.
Es importante tomar nota, también, que una industria de tecnología punta (como en Israel) para asegurar la superioridad tecnológica de las fuerzas armadas de la Cuba democrática, podrá proveer un número importantísimo de empleos muy bien remunerados para las nuevas generaciones de cubanos.