Por: Yoaxis Marcheco Suárez
Los
cubanos en la Isla tienen más de una respuesta para la pregunta: Cómo está la
cosa? Se suele contestar con estas variantes: -La cosa está que arde; la cosa
está en candela, la cosa está mala; se jodió la cosa; la cosa está chivá. Pero la “cosa” no tiene definición explícita.
Qué es la cosa? Tal vez todos saben, pero prefieren no entrar en el plano de
las definiciones. Hasta es prohibido hablar de ella en algunos lugares, en
peluquerías y otros negocios particulares cuelgan carteles que advierten:
prohibido hablar de la cosa. Parece una broma, pero en una ocasión mientras
hacía cola para cortarme el pelo, recibí una llamada de una emisora para una
entrevista, parece que hablé de la misma “cosa” que prohibía el establecimiento
porque cuando terminé el peluquero se me acercó con cara de espanto y me dijo:
“oye niña, no vuelvas a hablar de esa cosa aquí adentro que me vas a meter en
lío”. Fresca como una lechuga, me levanté y me fui dejando detrás de mí al don tijeras
con la boca abierta, días después me tropecé con él en la calle, se me acercó
para pedirme que hiciera algo por un joven que estaba preso por intento de
salida ilegal y que querían vincularlo
con el tráfico humano, no sin antes hacer el paréntesis: pero tú sabes, cuando
hagas la denuncia me dejas fuera de esa “cosa”, que imagínate pierdo mi
trabajito y la “cosa” está que arde. Lo reiterativo del uso de esa palabra tan
ambigua, nos deja medir los niveles de miedo y desidia de los cubanos. Mejor no
definir, no enfrentar la causa de la desgracia, no mirar a los ojos de la
problemática, no perder tiempo ni energías en combatir el problema y diseñar
soluciones… Sshh no hables de la “cosa”, no me obligues a darle un nombre
porque eso implica enfocarla, esa es la actitud de millones.
Lo
cierto es que la cosa está cada vez peor en Cuba, solo especulaciones se hacen
acerca del futuro inmediato: quién asumirá el mando de la cosa en abril de
2018? Y ahí se lanzan las ideas: Díaz Canel, Alejandro Castro, alguno de los
cinco espías, Mariela Castro y no sé si hayan otros etceteras. Cuál de ellos es
la mejor opción para el futuro en gris verdeolivo de la Isla? Algunos se han
atrevido a apostar por Díaz Canel, argumentan desde la nada que este podría
hacer cambios encaminados a la democracia, muchos hasta fantasean con que
Miguelito es una especie de Yo Claudio, que se hace el que ni pinta ni da
color, o sea el muerto, solo para garantizar
la toma del poder y luego ejecutar cambios para la apertura democrática.
Una Cuba al fin sin un Castro en la silla dictatorial, repiten. Entonces es
cuando yo me río de la cosa boba de algunos cubanos, miren que creer que ese
huevo culeco no apestará al abrirse. El futuro de Cuba seguirá siendo la misma
porquería castrista mientras los cubanos no se atrevan a enfrentar la cosa con
todas las que lleva, hace falta mucha convocatoria y “pá la calle”, y yo sé
bien lo duro que es activar a ese pueblo adormecido, que chapoletea en su
propia desgracia o escapa de ella para no encararla, pero solo activando a los
millones se puede lograr el cambio verdadero, esos millones son imprescindibles;
cierto es que sin organización y diseño de campañas aglutinadoras y propuestas
claras para derrocar la tiranía, para la transición y para la Cuba posterior, estamos
flojos como oposición, que eso ayudaría incluso con la visión de la comunidad
internacional sobre la lucha y su reconocimiento y respaldo a los que se
oponen. Un exilio unido dispuesto a
apoyar a los de adentro, no nos vendría mal tampoco. Unidad en nuestro enfoque,
eso se necesita, poner los ojos en el blanco de manera correcta es lo único que
asegura la calidad del tiro; pero hay mucho desenfoque en nuestro lado, a veces
solo nos define el hecho de ser anticastristas, se nos hace acuciante trabajar
alineados. Nada ganamos lanzándonos dardos o entretenidos en fajazones entre
nosotros, mientras en Cuba Castro sigue a sus anchas planificando como estirar
la cosa indefinidamente.
No
sé quién será el que sigue después de Raúl, no me dedico a especular sobre un asunto que no es en definitiva la
solución de nuestro problema, si no más bien su prolongación. El que sustituya
al tirano actual ya está escogido al dedillo y si no es del clan Castro, es una
marioneta que para el caso de la cosa es lo mismo. El regimen no cambiará con
Díaz Canel, eso es el gran pantallazo de Raúl Castro. Seguirá siendo el partido
comunista el rector político absoluto del país, Castro y sus versiones más
jóvenes son y serán los dueños de la finca como hasta ahora, pero sí quisiera
enforcarme, aunada a los que piensan en la libretad de Cuba con seriedad,
honestidad y en todos los sentidos, en
lograr que la mayoría de los cubanos indefinidos de la Isla se decidan a
poner nombre a la cosa para exterminarla.
Y
así las cosas en una Cuba que sigue bajo la cosa, y esa cosa, y aquí valen la
reiteraciones, tiene un nombre caballeros: Castro comunismo, que cada día le
pone más malo el “picao” a los cubanos. Obremos bien para que la tortilla se de
vueltas y sean los Cubanos los que le pongan malo el “picao” al dictador. Qué
falta para lograr que todos se enfoquen en eliminar lo “jodío” de la situación?
Unidad, definición y enfoque. Y por nuestras características trabajar juntos
amerita más pantalones que para enfrentar a la tiranía, ajustemos bien nuestros
cinturones entonces.
No comments:
Post a Comment