Camajuaní, Villa Clara. El pasado martes 17 de marzo de 2015, precisamente el día en que se reunieron en La Habana para celebrar el llamado Foro «Pensando América», alcual hice alusión recientemente en un breve artículo, se personaron en mi casa dos ciudadanos para —según ellos— dialogar conmigo. Al frente del dúo venía Jesús Ramos, profesor de Historia y natural de Taguayabón, con un historial muy difícil de igualar; el otro, un ciudadano que participó en un acto de repudio realizado en el mes de octubre a una activista de Derechos Humanos de este municipio.
Pidieron pasar al interior de mi vivienda para sostener dicha conversación, a lo cual me negué, porque mis diálogos con ellos tienen que ser en espacios abiertos. Así que el encuentro se celebró en el portal de mi casa a la vista de todos los transeúntes.
Jesús Ramos me planteó la necesidad de la paz y el diálogo en la actual coyuntura, haciendo énfasis en que no hagamos nada que pueda enturbiar las conversaciones con los EE.UU. En mis intervenciones destaqué la poca credibilidad de ellos. Él me hablaba de voltear la página y olvidar el pasado y se comprometió a no hacernos más actos de repudio, tirarnos huevos, ni pintorretear nuestras casas; de lo cual tenemos evidencia. Me dijo que eran errores que se habían cometido, que no volvería a ocurrir y que su visita obedecía a una iniciativa de los profesores, algo irrisorio, más aun tratándose de conocidos agentes de la Seguridad del Estado.
Por mi parte fui tajante y le planteé que para creer en estas promesas tendrían que hacer un compromiso público que llegara a todos los cubanos, pues sin el cumplimiento de esta condición no le doy ninguna credibilidad a los pactos que ellos me plantean; además, considero una gran traición la realización de los diálogos con Obama a espaldas del pueblo cubano, mientras tú —le dije— participabas en actos de repudio contra los que queremos un cambio genuino. Así que también se burlaron de ti.
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