Por Leonardo Rodríguez Alonso
Esta visita vaticana no puede de ninguna manera estar diseñada para dañar al pueblo, pero, como las buenas intenciones no bastan, y los representantes del Vaticano no son tontos, me resisto a creer que están totalmente ajenos a los sacrificios que tiene que afrontar el pueblo cada vez que un Papa visita nuestra Isla.
Para millones de cubanos sólo valdría la pena esta visita si Francisco hiciera un llamado a la democracia y al respeto irrestricto a la defensa de los DDHH y fustigara al régimen por los cientos de activistas que permanecerán vigilados en sus casas y otros tantos que desde sus celdas estarán escuchando por altavoces cómo el papa Francisco es recibido por el pueblo cubano. Ojalá el imponderable no sea ver a un miembro de la Cruz Roja golpeando a un Andrés Carrión, sino a un pueblo gritando iLibertad, libertad! Cosa difícil, pues por cada ciudadano común habrá " colado" al menos un agente de la Gestapo. Esta será una "Zafra de los Diez Millones Espiritual". Cuando el Papa abandone nuestra Isla habrá dejado atrás un mar de almas errantes debatiéndose entre un jolgorio de "éxitos" y un fracaso total, y muchos cubanos tendremos que buscar un razonamiento lógico al reconocimiento de la dictadura más vieja de América, porque los historiadores nos dicen que en Cuba se destruyeron cientos de iglesias, que la expulsión de 136 sacerdotes a bordo del navío Covadonga y la deslealtad al arzobispo Pérez Serantes o la creación de las UMAP fueron obras de Fidel y Raúl, siendo así este 19 de septiembre asistiremos a una muestra fehaciente de perdón, solo que no se ha contado con las víctimas.
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