Friday, November 17, 2017

La Codificación del Embargo Contra la Tiranía

Por Lincoln Diaz-Balart



En octubre de 1992, unas pocas semanas antes de ser electo al Congreso de Estados Unidos, el Presidente George H.W. Bush firmó la Cuban Democracy Act (o la "Ley Torricelli", como suele denominarse, por uno de sus principales autores, el entonces Congresista Robert Torricelli de New Jersey). La Cuban Democracy Act les prohibía el comercio (y financiamiento) con el régimen cubano a las subsidiarias extranjeras de empresas de Estados Unidos. Fue un logro particularmente importante debido al creciente comercio y el financiamiento comercial entre la dictadura y las subsidiarias extranjeras de compañías americanas que se había estado produciendo desde que el Presidente Gerald Ford autorizó dicho comercio en julio de 1975. (Notablemente, Castro le “agradeció” el gesto al gobierno de Ford enviando tropas cubanas a Angola desde agosto de 1975 y organizando una masiva “Conferencia de Solidaridad con la Independencia de Puerto Rico” en La Habana en septiembre de 1975).

Tan pronto como llegué al Congreso en enero de 1993, confirmé lo que ya sospechaba: la recientemente aprobada Cuban Democracy Act no aplicaba a la abrumadora mayoría de las empresas de Estados Unidos. Dado que la nueva ley solo aplicaba a subsidiarias extranjeras, el comercio con la dictadura cubana por parte de empresas radicadas en Estados Unidos estaba prohibido únicamente por órdenes ejecutivas, algunas de las cuales se remontaban a la administración de Kennedy a principios de los años 60. Por lo tanto, la abrumadora mayoría de lo que entonces se conocía como el "embargo americano" contra el régimen cubano estaba compuesto por estas órdenes ejecutivas y las regulaciones que las implementaban. Las órdenes ejecutivas son, en efecto, decretos presidenciales que cualquier Presidente puede levantar o cambiar en cualquier momento.

Con cada mes que pasaba, me preocupaban cada vez más las intenciones del Presidente de Estados Unidos que había sido electo al mismo tiempo que yo había sido electo al Congreso, Bill Clinton. A pesar de un par de declaraciones de Clinton de que su Administración apoyaba el embargo y, posteriormente, una carta suya asegurándome que seguía apoyando la Cuban Democracy Act, me resultaba evidente que Clinton tenía la intención de levantar unilateralmente, con el tiempo, todas las sanciones de Estados Unidos contra la dictadura cubana. Clinton parecía interesado solo en la eliminación de la otra dictadura que existía en el Caribe en ese momento: la de Haití. De hecho, Clinton enviaría a las Fuerzas Armadas de Estados Unidos a Haití, e instaló al violento Jean Bertrand Aristide en el poder en septiembre de 1994.

No había un solo asesor principal de Clinton que apoyaba las sanciones contra la dictadura cubana, y Clinton pronto comenzó una serie de "obsequios" unilaterales a Castro, ocultos en el lenguaje de la política de "pueblo a pueblo". En consecuencia, me enfoqué en la necesidad de quitarle el embargo al Presidente de Estados Unidos y ponerlo dentro de los parámetros de la ley de Estados Unidos a través de legislación.

Mi meta de codificar (hacer ley) el embargo de Estados Unidos contra la dictadura cubana no era una tarea fácil. Significaba, en efecto, tomar la esencia de la política exterior de Estados Unidos hacia otro país de manos del Presidente y ponerla en manos del Congreso. Nunca se había hecho anteriormente. Y durante mi primer periodo en el Congreso, como Republicano, yo formaba parte de la minoría parlamentaria. Pero creía firmemente que era necesario codificar el embargo. Era extremadamente importante condicionar la normalización de las relaciones económicas entre Estados Unidos y Cuba, a una transición democrática en la isla esclavizada.

Habiendo vivido, años antes, en España, había visto lo importante que había sido para España que la Comunidad Económica Europea (más tarde conocida como la Unión Europea o UE) condicionó la democracia, la hizo un requisito previo, para la entrada de España en la UE. Me quedé impresionado por el hecho de que no fue hasta que España había sido una democracia durante una década, que se le permitió entrar en la UE.

Siempre he considerado admirable el requisito democrático para entrar en la UE. Es una cuestión de ética básica, así como, también, de sentido común. Si un estado-nación desea ser parte de Europa, tiene que ser una democracia. En otras palabras, tiene que respetar a su pueblo, otorgándole a su pueblo un Estado de Derecho, libertades básicas y elecciones periódicas, libres y justas. Lo que vi en España, Portugal y Grecia en el último cuarto del siglo XX fue que el requisito democrático europeo, aunque no obliga la democracia para los países con dictaduras militares, es, sin embargo, extremadamente eficaz. Es una cuestión absolutamente básica. ¿Quieres formar parte de la UE? Entonces tienes que ser una democracia.

Vi cómo, en el momento de la muerte del dictador Francisco Franco en España, la dictadura militar, profundamente deseosa de entrar en las instituciones europeas, se dio cuenta de que no tenía otra opción que permitir la democracia para su pueblo. La dictadura no pudo continuar. La democracia tuvo que ser permitida en España.

Obviamente, múltiples otros factores entran en la ecuación para que los pueblos puedan recobrar su libertad. Los pueblos oprimidos son los actores principales en sus propios destinos. Pero la solidaridad internacional siempre ha sido clave para ayudar a liberar a pueblos oprimidos por dictaduras.

Aunque es una realidad mucho menos conocida, el hemisferio occidental también tiene un requisito democrático. En el momento en que se creó el Sistema Interamericano moderno, en 1948, la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el documento orgánico principal del derecho interamericano, estableció claramente en su Capítulo II, Artículo 3, Sección d, “La solidaridad de los Estados americanos y los altos fines que con ella se persiguen, requieren la organización política de los mismos sobre la base del ejercicio efectivo de la democracia representativa.”

La democracia es un requisito legal para las repúblicas del hemisferio occidental. Nunca he olvidado ese hecho tan básico como críticamente importante.

Mis esfuerzos para codificar el embargo contra la dictadura recibieron un gran espaldarazo cuando, en noviembre de 1994, los Republicanos capturaron la mayoría en ambas Cámaras del Congreso por primera vez en 40 años.

La nueva Mayoría Republicana hizo grandes cosas para Estados Unidos y la causa de la libertad en el mundo. Tal vez el éxito más dramático de esa Mayoría Republicana fue la Ley de Presupuesto Equilibrado de 1997 que puso fin a 30 años de déficits presupuestarios y logró superávits presupuestarios a partir de 1999. Esto se logró a pesar de la vehemente oposición del Presidente Clinton que incluyó múltiples vetos presidenciales en 1995 y 1996.

Tan pronto como se volvió a reunir el Congreso después de las elecciones de 1994, presenté varios proyectos de ley para fortalecer las sanciones contra la dictadura cubana. El 29 de noviembre de 1994, presenté un proyecto de ley para prohibirle al Presidente toda contribución de Estados Unidos a las instituciones financieras internacionales que proporcionaban "cualquier tipo de asistencia a Iraq, Irán, Libia o Cuba" (HR 5295), otro proyecto de ley para prohibir la admisión de la dictadura cubana en todas las instituciones financieras internacionales "hasta que en Cuba se celebren elecciones libres supervisadas internacionalmente" (HR 5296), otro para negarles visas a toda persona que hubiese participado o se hubiese beneficiado de la confiscación o receptación de propiedad de ciudadanos de Estados Unidos (5297), y otro para prohibir la importación a Estados Unidos de azúcar de cualquier país que, a su vez, importara azúcar de Cuba hasta que se celebraran elecciones libres supervisadas internacionalmente en Cuba (HR 5298).

Volví a presentar estos proyectos de ley en cuanto comenzó a sesionar el próximo Congreso, el 4 de enero de 1995. El 7 de febrero de 1995, presenté una Resolución (H. Con. Res. 24), cuyas clausulas claves eran las siguientes:

(1) Estados Unidos considera los actos del gobierno de Castro, incluidas sus violaciones masivas, sistemáticas y extraordinarias de los derechos humanos, una amenaza a la paz mundial;
(2) el Presidente debe abogar e instruir a los representantes de Estados Unidos ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que propongan y soliciten un embargo internacional obligatorio contra el gobierno totalitario de Cuba de conformidad con el capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas.


Así fue como comenzó lo que después sería "Helms-Burton”.

El Presidente Clinton continuó emitiendo decretos para fortalecer a la dictadura cubana. Actuaba como si le tuviese terror a Castro. Nunca pudo olvidar el violento motín por refugiados del Mariel en Arkansas que fue decisivo en su derrota para la reelección como Gobernador en 1980, su más dolorosa experiencia vital. El 2 de mayo de 1995 se anunció un acuerdo entre la Administración de Estados Unidos y el régimen cubano que le otorgaba un mínimo de 20,000 visas anuales a cubanos y Estados Unidos se comprometía a devolverle forzosamente a la dictadura los cubanos encontrados en alta mar o que entraran en la base naval de Guantánamo.

Me indignó tanto el Acuerdo Castro-Clinton del 2 de mayo de 1995 que, en protesta, llevé a cabo un acto de desobediencia civil frente a la Casa Blanca (rehusé moverme después de una petición policial) y fui arrestado. El 2 de mayo de 1995 fue un día ignominioso en la historia de la presidencia de Clinton.

En octubre de 1995, Clinton anunció un relajamiento de restricciones de viajes como parte de un regalo adicional de "pueblo a pueblo" a la dictadura cubana. El 6 de octubre de 1995, el Jefe de Despacho de la Casa Blanca, Leon Panetta, y otros altos asesores de Clinton se reunieron con un grupo de aproximadamente 50 líderes empresariales de Estados Unidos para exhortarlos a cabildear en contra del embargo. Dichos empresarios entonces fueron clasificados como "periodistas" por la Administración Clinton y enviados a reunirse con Fidel Castro en La Habana. La lista de esos líderes empresariales de Estados Unidos incluyó a los gerentes de Time Warner, Hyatt Hotels, General Motors y Zenith.

El Senador Jesse Helms y el Congresista Dan Burton presentaron proyectos de leyes en la Cámara de Representantes y el Senado, que se conocieron como Helms-Burton, en febrero de 1995. En formas importantes, Helms-Burton fue formada por proyectos de ley que yo había presentado desde el mes de noviembre anterior. Mi solicitud de que Estados Unidos liderara una campaña para lograr un embargo internacional contra Castro se convirtió en la Sección 101 (1) y (2). Mi proyecto de ley pidiendo la oposición de Estados Unidos a la membresía cubana en organizaciones financieras internacionales hasta que fuera restaurada la democracia en Cuba se convirtió en la Sección 104 (a)(1). Mi proyecto de ley que pedía la negación de visas de Estados Unidos a personas involucradas en la confiscación de bienes de Estados Unidos o que posteriormente se beneficiaran de tales receptaciones en Cuba, se convirtió en el Título IV. Una disposición que permitía a los ciudadanos de Estados Unidos el derecho de demandar a compañías extranjeras que traficaran en propiedades americanas robadas en Cuba (que yo no había presentado) se convirtió en el Título III.

Mi prioridad principal, la codificación del embargo, nunca se había presentado como un proyecto de ley. Por lo tanto, no estaba en la versión ni de la Cámara ni la del Senado de Helms-Burton. Aunque mi Jefe de Despacho (y gran amigo) Steve Vermillion siempre me dio esperanza de que la codificación era posible, cada vez que trataba el tema con alguien más me enfrentaba a la realidad de que la codificación presentaba obstáculos extraordinarios.

Pero yo sabía que era necesaria. Recibía confirmaciones continuas de mis temores sobre las intenciones de Clinton. Un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores británico (el “Foreign Office”), por ejemplo, me dijo que la Administración de Estados Unidos le había asegurado que Clinton levantaría el embargo después de su reelección en 1996.

La Administración Clinton se opuso públicamente a Helms-Burton. En una entrevista en CNN en abril de 1995, el propio Clinton dijo que la legislación era "innecesaria".

No obstante, aprobamos Helms-Burton en la Cámara de Representantes el 21 de septiembre de 1995 por un voto de 294 a 130, y el proyecto de ley pasó al Senado. En el Senado, sin embargo, los 60 votos necesarios para "cloture" (cerrar el debate) no se obtuvieron a pesar de dos intentos por parte del Senador Dole para hacerlo a mediados de octubre de 1995. Incapaz de lograr la aprobación del proyecto en la forma que fue presentado, el Senador Dole eliminó el Título III y el Título IV del proyecto de ley, antes de que fuera aprobado por el Senado el 19 de octubre de 1995.

Fidel Castro claramente se sintió envalentonado por nuestro fracaso en el Senado y por las constantes señales de apaciguamiento de Clinton. Y llegó la tragedia del 24 de febrero de 1996.

A pesar de la existencia de una "orden permanente" (standing order) para que cazas americanos interceptasen inmediatamente a todo Mig cubano volando hacia Estados Unidos desde Cuba, se emitió una contraorden impidiendo que los cazas americanos interceptaran a Migs cubanos volando hacia Estados Unidos el 24 de febrero de 1996. Ese trágico día, dos avionetas civiles de Hermanos al Rescate fueron destruidas ​​en los cielos cerca de la costa de la Florida, resultando en los salvajes asesinatos de cuatro ejemplares humanitarios (tres ciudadanos de Estados Unidos y un residente legal de Estados Unidos), Armando Alejandre, Jr., Mario de la Peña, Carlos Costa y Pablo Morales.

Recuerdo haberme sentido profundamente triste y francamente indignado al conocer los trágicos detalles de lo que sucedió el 24 de febrero de 1996 cuando recibí un detallado informe de Jeffrey Houlihan, un especialista en sistemas de detección del Servicio de Aduanas de Estados Unidos que supervisó radares de Estados Unidos el 24 de febrero.

Para evitar el tener que tomar medidas más enérgicas contra Castro, el 26 de febrero Clinton anunció públicamente que tenía la intención de llegar a un acuerdo con el Congreso sobre Helms-Burton.

Es importante recordar que ni Fidel Castro ni Bill Clinton sabían en ese momento que la codificación iba a ser parte de Helms-Burton. Ese hecho es importante porque algunos "cubanologos" han dicho que Fidel Castro derribó los aviones de Hermanos al Rescate porque quería mantener el embargo de Estados Unidos. Fidel Castro seguramente pensó que sus asesinatos del 24 de febrero podrían costarle la aprobación de una ley Helms-Burton, pero casi seguramente una Helms-Burton "suspendible", que sería promulgada y "ejecutada" por un Presidente de Estados Unidos que tenía la intención de continuar apaciguándolo. El embargo podría luego continuar siendo levantado poco a poco. Castro nunca pensó que el embargo sería codificado.

En la tarde del 27 de febrero, al regresar a Washington, DC, Ileana Ros-Lehtinen, Bob Menéndez, Dan Burton, Peter Deutsch, Patrick Kennedy, Bob Torricelli y yo nos reunimos en un salón de conferencias del Longworth House Office Building para planear nuestros próximos pasos.

Todos acordamos intentar incluir los Títulos III y IV en Helms-Burton nuevamente. Y entonces les pedí a todos que me apoyaran para la inclusión de una nueva medida en el proyecto de ley: la codificación del embargo. Todos los presentes estuvieron de acuerdo en apoyarme.

En la mañana siguiente, el 28 de febrero, a las 8:00 a.m., en la oficina de Bob Menéndez en el Longworth House Office Building, Bob Menéndez y yo nos reunimos con una delegación de la Casa Blanca para comenzar las negociaciones sobre un proyecto Helms-Burton que se convertiría en ley. El equipo negociador de la Casa Blanca con el que nos reunimos esa mañana estaba dirigido por Richard Nuccio, el coordinador de asuntos cubanos de Clinton en esos momentos (que previamente había sido asesor de Robert Torricelli).

El equipo de Clinton comenzó aclarando que buscaban el derecho de “suspensión” presidencial para el Título III. Bob y yo le dijimos que negociaríamos sobre ese tema a medida que avanzara el día. Entonces yo dije que había un asunto en el que insistiríamos, pero que no debería ser un problema, ya que el Presidente Clinton había dejado claro en su declaración dos días antes que apoyaba el embargo: la codificación.

El equipo de Clinton se sorprendió. "Eso es nuevo, no está en el proyecto de ley de la Cámara ni el del Senado", dijeron.

"¿El Presidente piensa levantar el embargo?", les pregunté.

"No", respondieron.

"Bien, entonces no tenemos ningún problema. Próximo tema", dije.

Hablamos durante un par de horas en la oficina de Bob y luego acordamos que Bob iría a la oficina del Vice-Presidente Gore en el Capitolio, y el resto de nuestro equipo ese día (Burton, Torricelli, Ileana Ros-Lehtinen y yo) se reuniría en la Oficina del Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de Senado (Helms) por la tarde para continuar nuestras negociaciones por teléfono.

Las conversaciones continuaron de esa manera durante toda la tarde de ese día. Burton, Ileana, Torricelli y yo en la oficina privada de Helms en el lado del Senado del Capitolio, al teléfono con Bob Menéndez, que estaba en la oficina del Vice-Presidente, también en el lado del Senado del Capitolio. Bob transmitía nuestras posiciones a la Casa Blanca por otro teléfono en la oficina de Gore.

La codificación no se volvió a mencionar durante toda la negociación. Nos negamos a conceder una “suspensión” para el Título IV (Torricelli hizo el papel de “policía malo” para ello), y acordamos otorgar una suspensión para el Título III. Básicamente, la esencia de Helms-Burton fue: nosotros obtuvimos la codificación, a cambio de una “suspensión” para el Título III. Teníamos un acuerdo.

Más tarde, el equipo de asesores de Clinton se reunió para revisar el acuerdo. Cuando los Secretarios de Estado y Defensa y la Fiscal General se enteraron de la codificación, se opusieron. Pero los asesores políticos de Clinton, George Stephanopoulos y Leon Panetta, se sobrepusieron a ellos. Sabían que Dole podía ser derrotado en 1996. Pero ciudadanos de Estados Unidos habían sido asesinados, y no era una buena idea que Clinton le diera un tema de campaña a Dole. Entonces los asesores de Clinton se enfocaron en su "victoria" del Título III, que usarían para explicar su cambio de opinión al aceptar a Helms-Burton. Y Clinton declaró que firmaría la ley.

Aprobamos la ley por una votación de 74 a 22 en el Senado el 5 de marzo, y de 336 a 86 en la Cámara el 6 de marzo. Clinton la firmó en el Old Executive Office Building de la Casa Blanca el 12 de marzo de 1996. El embargo ahora era la ley de Estados Unidos. No podría ser levantado - por Clinton, ni más tarde por Obama - hasta que se cumplan condiciones muy importantes.  Esas condiciones incluyen la liberación de todos los presos políticos en Cuba; la legalización de toda actividad política, incluidos los partidos políticos independientes; la legalización de sindicatos obreros libres y de la prensa; y la convocatoria de elecciones con supervisión internacional. La Sección 102 (h) establece: La Codificación del Embargo Económico. - El embargo económico de Cuba, en vigencia el 1 de marzo de 1996, incluyendo todas las restricciones bajo la parte 515 del título 31, Código de Regulaciones Federales, entrará en vigor con la promulgación de esta Ley, y permanecerá vigente, sujeto a la sección 204 de esta Ley.

La codificación en Helms-Burton transfirió la esencia de la política de Estados Unidos hacia Cuba del Presidente al Congreso. Bill Clinton y Barack Obama no pudieron levantar el embargo.


Es importante tener en cuenta que, si perdiésemos una mayoría del Congreso sobre el tema de Cuba, pero el Presidente está con nosotros, una amenaza de veto presidencial será suficiente para mantener el embargo. Vimos lo que las amenazas de vetos presidenciales pueden significar durante los primeros años de la Presidencia de George W. Bush, cuando habíamos perdido provisionalmente una mayoría del Congreso sobre los temas del financiamiento del comercio agrícola y el turismo masivo de Estados Unidos a Cuba, pero no fuimos derrotados.

Wednesday, July 19, 2017

How Cuba’s Castro regime is running Venezuela

As posted at: Babalu Blog
https://babalublog.com/2017/07/17/how-cubas-castro-regime-is-running-venezuela/
July 17, 2017 by Alberto de la Cruz

As we have mentioned many times before here, you cannot fully understand and appreciate the chaos and misery taking place in Venezuela until you recognize that it is Cuba’s Castro dictatorship who is behind it all. If you refuse to acknowledge that Cuba is the root cause of Venezuela’s turmoil, as so many are wont to do, you will never be able to defeat its cancerous and deadly influence there and throughout the world.

The incomparable Mary Anastasia O’Grady knows this and has never been afraid to say it.

Via The Wall Street Journal:

How Cuba Runs Venezuela

Havana’s security apparatus is deeply embedded in the armed forces.



The civilized world wants to end the carnage in Venezuela, but Cuba is the author of the barbarism. Restoring Venezuelan peace will require taking a hard line with Havana.

Step one is a full-throated international denunciation of the Castro regime. Any attempt to avoid that with an “engagement” strategy, like the one Barack Obama introduced, will fail. The result will be more Venezuelas rippling through the hemisphere.

The Venezuelan opposition held its own nationwide referendum on Sunday in an effort to document support for regularly scheduled elections that have been canceled and widespread disapproval of strongman Nicolás Maduro’s plan to rewrite the constitution.

The regime was not worried. It said it was using the day as a trial run to prepare for the July 30 elections to choose the assembly that will draft the new constitution.

The referendum was an act of national bravery. Yet like the rest of the opposition’s strategy—which aims at dislodging the dictatorship with peaceful acts of civil disobedience—it’s not likely to work. That’s because Cubans, not Venezuelans, control the levers of power.

Havana doesn’t care about Venezuelan poverty or famine or whether the regime is unpopular. It has spent a half-century sowing its ideological “revolution” in South America. It needs Venezuela as a corridor to run Colombian cocaine to the U.S. and to Africa to supply Europe. It also relies heavily on cut-rate Venezuelan petroleum.

To keep its hold on Venezuela, Cuba has embedded a Soviet-style security apparatus. In a July 13 column, titled “Cubazuela” for the Foundation for Human Rights in Cuba website, Roberto Álvarez Quiñones reported that in Venezuela today there are almost 50 high-ranking Cuban military officers, 4,500 Cuban soldiers in nine battalions, and “34,000 doctors and health professionals with orders to defend the tyranny with arms.” Cuba’s interior ministry provides Mr. Maduro’s personal security. “Thousands of other Cubans hold key positions of the State, Government, military and repressive Venezuelan forces, in particular intelligence and counterintelligence services.”

Every Venezuelan armed-forces commander has at least one Cuban minder, if not more, a source close to the military told me. Soldiers complain that if they so much as mention regime shortcomings over a beer at a bar, their superiors know about it the next day. On July 6 Reuters reported that since the beginning of April “nearly 30 members of the military have been detained for deserting or abandoning their post and almost 40 for rebellion, treason, or insubordination.”

The idea of using civilian thugs to beat up Venezuelan protesters comes from Havana, as Cuban-born author Carlos Alberto Montaner explained in a recent El Nuevo Herald column, “Venezuela at the Edge of the Abyss.” Castro used them in the 1950s, when he was opposing Batista, to intimidate his allies who didn’t agree with his strategy. Today in Cuba they remain standard fare to carry out “acts of repudiation” against dissidents.

The July 8 decision to move political prisoner Leopoldo López from the Ramo Verde military prison to house arrest was classic Castro. Far from being a sign of regime weakness, it demonstrates Havana’s mastery of misdirection to defuse criticism.

Cuba’s poisonous influence in Latin America could be weakened if the international community spoke with one voice. The regime needs foreign apologists like former Spanish Prime Minister José Luis Rodríguez Zapatero and the leftist wing of the Vatican. It also needs the continued support of American backers of the Obama engagement policy, who want the U.S. to turn a blind eye to human-rights abuses.

Yet there are limits to what can be brushed off. When opposition congressmen were attacked by Cuban-style mobs on July 5, and their bloodied faces showed up on the front pages of international newspapers, the Zapateros of the world began to squirm. That was Havana’s cue to improve the lighting for Mr. Maduro.

First Mr. Maduro claimed he knew nothing about it, though his vice president was on the floor of the legislature while it was happening. That was not believable. Three days later came the sudden decision to move Mr. López from military prison to house arrest. Mr. Maduro said it was a “humanitarian” gesture. Defense Minister Vladimir Padrino, an acolyte of Fidel, said that it was a “product of dialogue and tolerance.”

Thus the images of the savagery in the National Assembly receded while photos of Mr. López, kissing a Venezuelan flag atop a wall outside his home, popped up everywhere. Mission accomplished and Mr. López remains detained.

For too long the world has overlooked the atrocities of the Cuban police state. In 1989 Fidel was even a special guest at the inauguration of Venezuelan President Carlos Andrés Pérez. Today the “special guests” are brutalizing Venezuela as the world wonders what went wrong.

Friday, April 21, 2017

Palabras de Lincoln Diaz-Balart en el 58 Aniversario de la fundación de La Rosa Blanca Florida International University, Miami, Florida 28 de enero de 2017

Lincoln Diaz-Balart


Muchas gracias, queridos amigos. Muy buenos días. Gracias por acompañarnos.
El libro que estaba terminando Rafael lo publicamos tras su muerte, Cuba: Intrahistoria. Una lucha sin tregua. Ustedes saben que yo lo admiro profundamente, por muchas razones.
Su radical rechazo, odio al racismo. Vicky Ruiz Labrit está aquí; ella ha analizado brillantemente sus ideas sobre la raza cubana, síntesis de todos los orígenes étnicos que han logrado crear la nación cubana, las ideas de Rafael contra el racismo. Vicky, gracias por tu estudio y tu profundización de ese pensamiento de Rafael.
Su plan detallado, que nos dejó, está aquí, para la reconstrucción de Cuba, la construcción de una Cuba prospera, con una comunidad económica con Estados Unidos de América. ¿Ustedes se imaginan lo que va a significar? Las inversiones multibillonarias que va a recibir Cuba libre cuando tengamos esa comunidad económica con Estados Unidos. Una comunidad económica con capitalismo, pero un capitalismo de todos y para el bien de todos.
Explica Rafael los mecanismos que la República puede crear para que, de las multibillonarias inversiones que lleguen a Cuba, los trabajadores cubanos tengan una parte de esas inversiones en forma de financiamiento para, si quieren, ser accionistas de las empresas donde trabajan. La creación de cientos y cientos de miles de pequeñas empresas, para que Cuba pueda ir de un país de proletarios a un país de propietarios. Nos dejó ese plan.
Imagínense el sentido de deber y de responsabilidad que sentimos, y también, como lo admiramos.
Pero tengo que decirles, que de todo lo que hizo Rafael Diaz-Balart en su vida, lo que más me enorgullece fue que en Enero de 1959, como él dice en Cuba: Intrahistoria, dándose cuenta que si él no tomaba un paso al frente para denunciar los fusilamientos diarios de cubanos que ya habían comenzado, nadie lo haría. Y 15 cubanos se reunieron, el 28 de enero de 1959 en el viejo hotel “Belmont Plaza” de Nueva York y denunciaron, ante la historia, los crímenes que ya estaban cometiendo los gángsters, asesinos, de la anti-cuba, y denunciaron los fusilamientos. Denunciaron los asesinatos de tres de los 4 hijos de Juana Gros de Olea. Del padre de Connie Niebla.
¿Está aquí Connie Niebla? Sí. El padre de nuestra amiga Connie Niebla, el honorable y digno patriota cubano José Manuel Milián, fue asesinado.
Yo quisiera en estos momentos, queridos amigos, recordarlos a todos, a todos los asesinados, todos, comenzando por esos que acabo de mencionar, los hermanos Olea, José Manuel Milián, y siguiendo por todos estos 58 años. Porfirio Guillén Amador, el hermano de nuestra honrada de hoy, Felicia, que murió peleando en el Escambray, en 1963. Todos ellos, continuando por toda la historia de la barbarie, pasando por nuestros mártires de Hermanos al Rescate, hasta Laura Pollán y Oswaldo Payá, honremos a todas esas vidas con un aplauso.
Eso, de todo lo que hizo Rafael, es lo que más admiro. En 1960, un año después de fundar La Rosa Blanca, lo metieron preso aquí, porque La Rosa Blanca fue una denuncia contra la actitud de todo el mundo, contra todos los gobiernos del mundo, incluyendo el gobierno más poderoso del mundo, el gobierno de Estados Unidos, que forzó a La Rosa Blanca a inscribirse como agente extranjero. La única organización en la historia del exilio que ha tenido que hacerlo. Y cuando él, leyendo la ley, como abogado, cuando Rafael le dijo al Departamento de Justicia, y todos los documentos están aquí, oigan, la ley dice que uno se inscribe cuando uno es un agente de un gobierno extranjero. Nosotros estamos luchando contra un gobierno extranjero. Por tanto, la ley no aplica. Y le contestaron: “Let’s meet in person” (mejor nos reunimos en persona) y se reunió en persona, en la oficina del Congresista Víctor Anfuso, el hombre al que le debemos la vida, mi mamá, mi papá, Rafa y yo. José y Mario nacieron aquí, más tarde, pero pudimos entrar en Estados Unidos y le debemos la vida al Congresista Víctor Anfuso de Nueva York. La reunión fue en su oficina. Y le dijeron, “usted inscríbase como agente de La Rosa Blanca de Cuba”. Entonces, lo que más me impacta, cuando leo esos documentos, es que en el formulario de inscripción, cuando le preguntaron “¿quiénes dentro del país que usted representa son específicamente lo que usted representa? Normalmente, uno representa a un partido político, o a un ministerio de un gobierno. Y él puso “everybody”. Todo el mundo.
Pues, ese día, lo metieron preso, y les voy a leer un poco de lo que escribió en Cuba: Intrahistoria sobre ese día que lo metieron preso aquí. La Rosa Blanca tenía todos los permisos para ponerle una ofrenda floral al monumento de Martí. Ustedes, los que habrán estado en Nueva York, habrán visto el monumento allí en el Parque Central. Fueron con todos los permisos para ponerle una ofrenda floral a Martí, y lo metieron preso. En el libro están todos los detalles del incidente. Yo solo les voy a contar por qué se llama Juana Gros de Olea el premio que otorgamos hoy. Rafael escribió sobre ese 28 de enero de 1960: “Muy tarde esa noche, cuando por fin pude salir de la cárcel, (por cierto, le echaron abajo los cargos unos meses después, desestimaron los cargos porque cambió la política hacia Castro, ya lo vemos en los documentos desclasificados, más o menos en marzo de 1960 comenzó a cambiar la política y unos meses después le echaron abajo los cargos). “Cuando por fin pude salir de la cárcel, había un acto planeado conmemorando el primer año de La Rosa Blanca, también en el Hotel Belmont Plaza, y dije allí, en el acto: Hemos decidido extraer los versos sencillos, hermosos y profundos de nuestro apóstol de las antologías poéticas y de las reflexiones intelectuales, y hacer de ellos nuestra brújula, nuestra bandera:
Cultivo una rosa blanca, en junio como en enero, para el amigo sincero que me da su mano franca. Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo ni ortiga cultivo, cultivo la rosa blanca.
Entonces, continuó diciendo Rafael “eso es un evangelio laico y un mandato de luz en este momento de oscuridad y de tinieblas. En la Cuba libre por la que luchamos y lucharemos siempre, debemos establecer un legítimo Estado de Derecho, dónde reine el imperio de la Ley y de la Justicia, nunca el de la venganza y el de las bajas pasiones. La patria requiere y requerirá una gran dosis de amor y de perdón”.
            En ese momento, continúa Rafael en Cuba: Intrahistoria. “se puso de pie la señora Juana Gros de Olea, que había sufrido solo un año antes el asesinato sin juicios en Santiago de Cuba de tres de sus cuatro hijos. Francamente pensé que “Chicha”, como era conocida Juana, destruiría mi tesis de amor para Cuba, pero nunca olvidaré sus palabras, pronunciadas mientras ella lloraba: “Sí Rafael, tienes razón. Tenemos que aprender a amarnos. Yo no quiero que ninguna madre cubana en el futuro tenga que sufrir ni un solo día con el sufrimiento con el que yo viviré el resto de mis días”.
Ese es el premio, Juana Gros de Olea. Juana Gros de Olea. Y hoy se entrega el tercero. El primero fue entregado póstumamente a Juana a través de sus sobrinos que la sobreviven, Anthony y Edward Arroyo. El segundo fue entregado al primer presidente de La Rosa Blanca, el investigador científico y médico cubano, amigo de Albert Einstein, Doctor Domingo Gómez Gimeránez, en manos de su hija, Sita Gomez. En 1959, Gómez Gimeránez era investigador y profesor en New York University y más tarde en Columbia University, y aceptó la presidencia de La Rosa Blanca. Imagínense ustedes las enemistades que se buscó. Armando de Armas ha escrito un análisis extraordinario sobre la vida, un gran ensayo sobre ese tremendo genio cubano. Fíjense que cuando Gómez Gimeránez murió, Rafael pronunció unas palabras en su funeral, y Severo Ochoa, Premio Nobel de Medicina, español, se le acercó después a Rafael y le dijo, porque mi padre había dicho, “Gómez Gimeránez merecía el Premio Nobel”, y hubiera sido claramente Premio Nobel en Medicina si no hubiera sido un cubano exiliado, y Severo Ochoa le dijo, “Usted tiene razón, él se lo merecía mucho antes que yo.” Ese fue el recipiente del segundo premio Juana Gros de Olea.
58 años más tarde, la lucha sigue. Y ahora, la extraordinaria mayoría del pueblo de Cuba, amordazado, ese pueblo discriminado, humillado, la extraordinaria mayoría del pueblo de Cuba repudia la tiranía moribunda y putrefacta de Castro. Celebramos que en cada municipio de Cuba, hay héroes. Es muy difícil ser opositor en Cuba, no solo te agreden, agreden a tu familia. Sin embargo, en ningún país comunista, estudiemos a todos los países ex-comunistas, nunca hubo la cantidad de héroes que hay hoy en Cuba. Y cada día, hay más. Dirigidos, inspirados por unos símbolos.
Pues, hoy entregamos el Tercer Premio Juana Gros de Olea a dos símbolos, que admiramos desde lo más profundo de nuestros corazones.
La hermana de Porfirio Guillén Amador, Felicia Guillén Amador, que, durante décadas, todas estas décadas, se ha mantenido inalterablemente representando lo mejor de Cuba, Felicia Guillén Amador.
Y nuestro hermano “Antúnez”, que no solo sufrió 17 años siendo torturado en las ergástulas, sino que, como me recordaba Bertha, su hermana, muchas veces cuando Bertha y otros amigos y familiares iban a visitarlo, le entraban a golpes a los visitantes delante de él y naturalmente entonces a él también. 17 años. “Antúnez”.
Tenemos una acusación de terrorismo por parte de la tiranía. Se acordarán Mario, Ileana, Carlos, que en 2014 nos reunimos en la Embajada de Lituania. La Embajada de Lituania tuvo una recepción conjuntamente con el Instituto La Rosa Blanca. Entonces, recibió una protesta formal Lituania de la tiranía cubana, detallando la acusación de terrorismo contra nosotros (porque tenemos un blog y una página digital).  También dice la tiranía que nos asociamos con elementos de la mafia de Miami y describe, sin mencionar nombres, a Ileana, Carlos, y Mario, sí.
Está la acusación de terrorismo, pero la realidad es, señores, que la tiranía se pudre. La historia es tan importante. Hay que estudiarla porque hay veces que la gente no se da cuenta. Por ejemplo, cuando mataron a Trujillo los dominicanos no sabían que se había acabado su tiranía. Demoró unos años, pero se acabó. Estaba Ramfis, el hijo de Trujillo, ahí matando, pero se acabó. En la tiranía cubana se les murió el cerebro, el loco endemoniado se les murió ya. ¡Solavaya! Se fue, pero, además, no sé si ustedes se han dado cuenta, pero el guardaespaldas perdió aquí, tenían un guardaespaldas aquí en la presidencia de Estados Unidos, él también se fue. La tiranía es un cadáver insepulto.
Entonces, Rafael habló del deber, y es muy sencillo. Estas ideas están escritas aquí. ¿Cuál es nuestro deber? ¿Cuál es mi deber? ¿El deber que yo quiero compartir con ustedes? Estas ideas tienen que estar disponibles para el pueblo de Cuba cuando vaya a elegir a su Congreso Constituyente o a su Asamblea Constituyente y escribir una nueva Constitución. Estas ideas tienen que estar disponibles. Así que, y no les estoy anunciando la fecha, pero sí les estoy diciendo que, no el Instituto, el partido La Rosa Blanca va a tener un Congreso en Cuba, y vamos a discutir estas ideas, y van a estar disponibles para los legisladores y el pueblo de Cuba. Y muy pronto, porque la tiranía ya es un cadáver insepulto.

Quiero decirles que, entre lo que ha cambiado, ustedes lo saben, desde hace 58 años, entre las cosas que han cambiado, es que hay ocho, ocho, Congresistas y Senadores de Estados Unidos cuyos padres eran o son patriotas cubanos. Eso es una realidad determinante. La brújula de esos ocho, yo tuve el privilegio de estar en la trinchera diaria con ella, es Ileana Ros-Lehtinen. La tiranía la llama la loba feroz. Es la loba por la dignidad, por los derechos humanos en todo el mundo, por la democracia, nuestra hermana. Con ustedes, Ileana Ros-Lehtinen.